Ana Laura Magaloni / Policía Federal

AutorAna Laura Magaloni

No nos hagamos bolas. En los países democráticos es una práctica común que la fiscalía o Ministerio Público sea una institución independiente de la policía de investigación. La iniciativa de ley que presentó esta semana el presidente Calderón con respecto a la nueva Policía Federal en este aspecto está planteando lo que es la práctica internacional más aceptada. Con dicha ley, el Ejecutivo busca concentrar todas las funciones policiales federales, incluidas las de investigación criminal, en la SSP y deja a la PGR en su carácter de fiscal, es decir, en el de abogado que acusa a un presunto responsable ante un juez. Esta decisión va encaminada en la dirección correcta, pues abre una ventana de oportunidad para construir el gran eslabón perdido de nuestras instituciones penales: un sistema de investigación e inteligencia criminal profesional.

Hasta ahora, los procesos de acopio de información para investigar y detectar a presuntos responsables de delitos continúan siendo los que se gestaron en un sistema político autoritario de un país con baja incidencia delictiva. Éste fue el caso de México desde la década de los cuarenta hasta principios de los ochenta. En este tiempo, la investigación criminal, si se puede llamar así, se hizo básicamente por las policías judiciales a partir de informantes y de golpes, intimidación e incomunicación de detenidos. La confesión del acusado en los separos de las Procuradurías fue la "prueba reina" de todo expediente penal. El Ministerio Público tenía como función principal darle un formato "legal" a este tipo de "investigaciones". Las averiguaciones previas, que no son otra cosa que el conjunto de pruebas y argumentos que sustentan la acusación del MP, eran un montón de papeles, con hartos formalismos legales, a través de los cuales se pretendía simular que no había existido nada de lo que sucedía en los separos y que, en cambio, sí se había investigado a fondo el delito y encontrado a un presunto responsable por medios legales. Así, las agencias del MP se convirtieron en fábricas de papeles para esconder las altas dosis de arbitrariedad del sistema penal.

Lo que se gestó con todo ello es el sistema de procuración de justicia que tenemos y padecemos ahora. Dicho sistema se caracteriza por su casi nula capacidad técnica para llevar a cabo investigaciones criminales complejas, es decir, investigaciones en donde la detección y acusación de un presunto responsable es producto del análisis riguroso de datos y de...

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