Ana Laura Magaloni / ¡Vida nueva!

AutorAna Laura Magaloni

Año nuevo, vida nueva. Con ese espíritu muchos comenzamos el nuevo año. Es decir, nos proponemos dejar atrás lo que nos parece que no está funcionando bien en nuestras vidas. Dejar los malos hábitos casi siempre figura en nuestra lista de deseos de año nuevo: dejar de fumar, comer menos, no ser impaciente, etcétera. Sin embargo, a pesar de todas nuestras buenas intenciones, año con año, nos damos cuenta de que no es nada fácil cambiar conductas aprendidas y habituales. ¿Por qué la inercia de lo habitual es tan fuerte, aunque estemos conscientes de que es dañina y que no es lo que deseamos para nuestra vida? En un interesante libro de Charles Duhigg, The Power of Habit, hay buenas pistas para encontrar respuestas a esta pregunta. Quizá valga la pena dar un sucinto repaso a algunas de las ideas centrales de este libro para estar mejor preparados para el año que está por empezar.

Lo primero que destaca Duhigg es que los hábitos surgen de la capacidad que tiene nuestro cerebro de lograr que una secuencia de acciones las podamos llevar a cabo de forma automática. Por ejemplo, la rutina de levantarnos, bañarnos, cepillarnos los dientes, vestirnos, desayunar, agarrar las llaves del coche, etcétera, la hacemos casi siempre de forma automática. Este tipo de secuencia de acciones sólo surge a partir de la repetición: una y otra vez hacemos lo mismo hasta que lo podemos hacer en forma automática. Cuando ello sucede, entonces se ha formado un hábito en términos científicos.

La función de los hábitos es ahorrar energía al cerebro. Los hábitos no requieren mucho esfuerzo mental, por decirlo de alguna manera. Gracias a ellos, mientras ejecutamos nuestras rutinas, se "libera espacio" mental y podemos pensar en otras cosas que sí requieren de nuestra concentración y energía mental: los problemas de la oficina, las citas del día, las llamadas pendientes, las deudas, el itinerario del próximo viaje o recordar la novela que estamos leyendo. Los hábitos, según la investigación científica, tienen que ver con el uso eficiente de los recursos del cerebro y de la mente. Por ello, la posibilidad de generarlos es muy importante.

Ahora bien, esta misma capacidad que tenemos para llevar a cabo una secuencia de acciones de forma automática funciona también tratándose de los malos hábitos. Según cuenta Charles Duhigg, de acuerdo con los más recientes experimentos científicos, malos hábitos como fumar, comer en exceso o hablar golpeado a los hijos, establecen un circuito...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR