Entrevista / Ana Maria Machado / Desea intercambio cultural

AutorJaime Reyes Rodríguez

Miembro de la Academia Brasileña de Letras, Ana Maria Machado (Río de Janeiro, 1941) es una de las pocas autoras brasileñas que vienen a México a promocionar sus libros y participar en eventos culturales. Su relación con México se remonta a su niñez, cuando su padre, periodista, la llevó a la casa de Alfonso Reyes, entonces embajador en Brasil. Su relación con el País, como la define, está sostenida por la fraternidad.

- Cuando Brasil fue el invitado de la FIL, usted dijo que nuestras letras estaban distantes, faltaban traducciones y publicaciones, ¿ha visto algún cambio desde entonces?

No ha pasado nada, ni allá ni acá. Aunque en Brasil se traduce más a mexicanos, los más famosos; en ese sentido, México es muy cerrado con lo que viene de Brasil.

- ¿Por qué cree que suceda esto?

Habría que preguntar a los editores mexicanos. Pero si estamos traduciendo en Brasil a mexicanos, sería conveniente que se tradujera a los brasileños aquí. Se publican cosas de ciencias sociales, pero no de literatura. Se alega que no hay buenos traductores. Hay muy buena traducción de poesía, pero de ficción, muy poco.

- ¿Brasil tiene algo que ver en esto también?

El gobierno brasileño no invierte nada en literatura, y cuando tiene dinero prefiere gastarlo en música, danza o cine.

Su Relación con México

Cuando era niña, Machado conoció a Alfonso Reyes, cuando fue embajador en Brasil, las impresiones que guarda de él, como dice, son muy infantiles. Después, en 1960, cuando visitó México por primera vez, a los 19 años, supo que el País le dejaría una marca importante.

"Nunca tuve dudas de que México dejaría para siempre una marca en mi vida, con la intensidad de su pueblo y la fuerza de su cultura. No como tema literario, sino como fascinación y como motivo de orgullo latinoamericano, como comprensión arraigada de lo que somos, de la riqueza que construimos, del valor con el que luchamos, de los riesgos que corremos, de las amenazas que sufrimos, del potencial con que contamos", dice.

Ahora, a la distancia, dice, procura seguir lo que ocurre en México con afecto hermano.

"De la literatura conozco a Juan Rulfo, antes que todo", agrega, "y lamento que haya escrito tan poco, pues me gustaría leer mucho más de él. Después Octavio Paz, el valor que tenía para emitir opiniones, con las cuales se podía estar de acuerdo o no. Carlos Fuentes, que es el gran hombre hoy en día. Y dos autores no tan conocidos allá, pero que me gustan, Elena Poniatowska y Francisco Rebolledo".

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