'Andaban tras ellos...'

AutorYanireth Israde

La prensa del legendario Antonio Vanegas Arroyo, una Intertype Kelly de finales del siglo 19, trabajaba hasta que ardía su motor. Aquel brío mecánico reprodujo las catrinas de José Guadalupe Posada en la naciente centuria y publicó, en 1956, el manifiesto del Movimiento 26 de Julio, que saltó calientito como pan revolucionario a las manos de Fidel Castro y sus compañeros, refugiados en la Colonia Penitenciaría de la Ciudad de México.

A 60 años de aquella publicación, preludio de la Revolución Cubana, la familia Vanegas recuerda la estancia de 45 rebeldes en su domicilio de Penitenciaría 27: cómo Fidel se impacientaba con las mujeres de la casa porque cocinaban con carbón, el castigo que impuso a su hermano Raúl por distraerse en cuestiones románticas o cómo el Che Guevara ocultaba su asma durante los entrenamientos dirigidos por Arsacio "Kid Vanegas, el famoso luchador, nieto del impresor.

Eran los mismos que zarparon de Tuxpan hacia Cuba en el mítico Granma, refugiados en este cuartel chilango durante 17 meses, de junio de 1955 a noviembre de 1956.

CAMA DE PIEDRA

Toc, toc, toc. Tres veces tocaba Fidel Castro cuando caía la noche y los cerrojos aseguraban la casa del siglo 19, de patio alargado, frente al que se alineaban las habitaciones. Allí vivía Arsacio con su familia. Le abrían tras escuchar la contraseña en la puerta.

Apretujados en catres dormían los cubanos, aún desprovistos de las barbas que imprimirían después reciedumbre a sus rostros.

"Al que llegaba temprano le tocaba catre; el que no, cama de piedra, dice Raúl Cedeño Vanegas, sobrino de Arsacio y ahijado de Raúl Castro, a quien debe su nombre.

Ahora el piso es de cerámica, pero antes era de madera, que los cubanos levantaron para almacenar armamento, recuerda doña Irma Vanegas, de 84 años, hermana de Arsacio.

"La Federal andaba tras ellos. ¿Sabe por qué no vino? Porque aquí adelante vivía un agente que era novio de mi hermana Carmen, y cuando los policías le preguntaban por esta casa, él decía: "Ahí todo está normal". Si no, ¡figúrese!, todos hubiéramos ido a la cárcel.

Arsacio conoció a los hermanos Castro por intermediación de la cubana María Antonia González, esposa del luchador "Dick Medrano, revela Cedeño.

Lo consideraban el hombre ideal para apoyar la causa revolucionaria: Arsacio tenía una imprenta, y, como luchador profesional...

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