Andrés Clariond Rangel / Roma de Cuarón

AutorAndrés Clariond Rangel

Termina el 2018 en medio de un panorama incierto. En prácticamente cualquier parte del mundo donde uno se asome existe un conflicto político, económico o social. Pasan los años y el planeta va mostrando sus achaques exteriores así como los de sus habitantes. A la par del cambio climático que nos destruye día a día la violencia crece, el odio racial, los gobernantes radicales y megalómanos, las enfermedades del cuerpo y de la mente, entre tantas otras afectaciones. Un escenario así provoca muchas ganas de regresar a un pasado idílico. Incluso hay quienes añoran épocas que no les tocó conocer, no es difícil para quienes no estábamos vivos en ese momento imaginarnos y soñar con los optimistas años 50 o los idealistas 60.

Tal ímpetu y nostalgia explican el auge de diseños vintage y retros en muebles, aparatos, automóviles y prendas de vestir. Los LPs se niegan a morir lo mismo que el celuloide o los motores de gasolina. En Estados Unidos hay todo un sector de la economía llamado nostalgia industry que explota con éxito la melancolía en el ser humano. En México no estamos exentos de ese hábito de mirar al pasado como un tiempo mejor. Quizá eso explique el furor de Roma, la nueva película del cineasta mexicano Alfonso Cuarón que desde su estreno ha desatado pasiones y opiniones por doquier.

Resulta difícil asistir a una reunión y no encontrar entre los principales temas de conversación discusiones sobre la segunda película en México de Cuarón. Un interés que muestra la gente sin distingo de edad, sexo o condición social. ¿Cómo logró Alfonso Cuarón dicha proeza en una época de sobresaturación de contenido? Más allá de las grandes cualidades técnicas de la película, de sus muy buenas actuaciones y de su habilidad para tocar fibras sentimentales profundas, los comentarios iniciales de quienes ven la película van encaminados a conectarla con algún recuerdo personal.

Me acuerdo cuando jugaba con mis hermanos con el granizo, recuerdo el sonido del afilador que pasaba por la calle, ¿cómo olvidar los vendedores de chunches y morondangas al salir del cine?, la banda de la escuela cercana que pasaba marchando frente a mi casa o los cánticos de quienes iban de casa en casa ofreciendo un producto, dicen entusiasmados los espectadores de Roma. Ver la película de Cuarón se ha convertido para los mexicanos en un regreso al seno materno y a ese conjunto de vivencias que nos marca por siempre...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR