Año depolémica doble

AutorFrancisco Morales V.

En un año de por sí polémico, tras una pausa forzosa que empañó su credibilidad, la Academia Sueca no se arredró y eligió una dupla de escritores incómodos como ganadores del Premio Nobel de Literatura 2018 y 2019.

Minada por un escándalo sexual y de filtraciones en su seno, la institución anunció el pasado jueves 10 de octubre que la polaca Olga Tokarczuk y el austriaco Peter Handke, ambos controversiales por distintas razones, eran los elegidos para hacerse con los galardones.

Tokarczuk (1962), psicoterapeuta de profesión y empleada doméstica en sus años formativos, se ha granjeado la animadversión de la derecha nacionalista de su país con libros memoriosos que dan la cara a la historia más oscura de Polonia.

En Los libros de Jacob (2014), por ejemplo, expone el antisemitismo polaco del siglo 18, lo que le trajo amenazas de muerte; en la saga familiar En un lugar llamado Antaño (1996) recorre la historia del país de 1914 a 1980; y en Flights (2007), ganadora del Premio Man Booker, presenta un mosaico de historias en viñetas que corren entre los siglos 17 y 21.

Abierta defensora de causas como la ecología, la dignidad de los refugiados, los derechos de las minorías y de las mujeres, su voz necesaria despierta animadversión y admiración por igual.

Handke (1942) es un influyente narrador, dramaturgo y guionista con fama de iconoclasta, aparecido por primera vez en 1966, a los 24 años, cuando increpó en un evento público en la Universidad de Princeton al influyente Grupo 47, conformado por escritores de gran calibre como Heinrich Böll y Günther Grass.

En novelas como El miedo del portero al penalty (1970) y La mujer zurda (1976), su narrativa se regodea en el lenguaje y reniega de la trama para encontrar los hallazgos trascendentales de la vida diaria.

Sus obras más conocidas son Desgracia impeorable (1972), escrita apenas unos meses después del suicidio de su madre, y el guión cinematográfico de la cinta Las alas del deseo (1987), dirigida por su colaborador habitual Wim Wenders.

De ascendencia eslovena, Handke ha sido duramente criticado por su abierta identificación con el nacionalismo pro serbio desde la década del 90 y por haber pronunciado unas palabras en el funeral del líder yugoslavo Slobodan Milosevic, acusado por crímenes de guerra, lesa humanidad y genocidio.

Con estas elecciones, la Academia Sueca busca dejar atrás el escándalo suscitado en 2017, cuando 18 mujeres acusaron de abuso sexual al fotógrafo francés Jean-Claude Arnault, esposo de la autora Katarina Frostenson, miembro de la Academia.

Arnault, quien ya ha sido condenado por dos cargos de violación, habría sido responsable de filtrar la lista de candidatos en años anteriores.

Saltando entre polémicas, el Nobel de Literatura sigue a la búsqueda de recuperar su prestigio.

Publicamos en primicia un fragmento de la más reciente novela de Olga Tokarczuk por cortesía de la editorial Anagrama

LOS ERRANTES

OLGA TOKARCZUK

ANAGRAMA

Los Errantes

EL MUNDO EN LA CABEZA

Hice mi primer viaje a través de los campos, a pie. Durante mucho tiempo nadie advirtió mi desaparición, lo que permitió que me alejara bastante. Recorrí todo el parque; después, por caminos de tierra, atravesando maizales y prados cubiertos de caléndulas y surcados por zanjas de drenaje, logré alcanzar el río. El río, de todas formas, era omnipresente en la llanura, empapaba la tierra bajo la hierba, lamía los sembrados.

Al encaramarme al terraplén de contención, pude ver una cinta oscilante, un camino que serpenteaba hasta más allá del encuadre, del mundo. Y, con suerte, se podían ver sobre ella unas barcazas planas desplazándose en ambos sentidos sin reparar en las orillas, ni en los árboles, ni en las personas que se hallaban en el terraplén, al considerarlos, seguramente, puntos de orientación inestables, indignos de atención, meros testigos de su grácil movimiento. Yo soñaba con trabajar en una barca de esas cuando fuera mayor o, mejor todavía, con convertirme en una de ellas.

No era un gran río, tan solo el Odra, pero por entonces también yo era pequeña. Ocupaba su propio lugar en la jerarquía de los ríos -cosa que más tarde comprobaría en un mapa-, segundón, aunque notable, como de vizcondesa de provincias en la corte de la reina Amazonas. A mí, no obstante, me bastaba y me sobraba, me parecía inmenso. Fluía a sus anchas, sin regular desde hacía ya tiempo, amigo de desbordarse, indómito. En ciertos lugares, junto a las márgenes, sus aguas se arremolinaban al topar con algún que otro obstáculo subacuático. Fluía, desfilaba, fiel a sus razones ocultas tras el horizonte, en algún remoto lugar del norte. Imposible posar sobre él la mirada, la arrastraba más allá del horizonte hasta el...

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