Antojos al centro

AutorTeresa Rodríguez

Son varias las razones que han hecho de este restaurante un consentido entre quienes viven el diario trajín laboral entre las calles del Centro Histórico.

La primera y más poderosa: es uno de esos sitios donde se come bueno, bonito y barato; por la módica cantidad de 150 pesos, un comensal de apetito regular puede salir de Don Toribio más que satisfecho.

La segunda es su cocina cero pretenciosa, de sabores familiares, de comfort; la tercera es su espacio que, por un momento, logra desconectar a cualquiera del bullicio y los ríos de gente que corren por las aceras.

"Somos una parrilla mexicana; nuestro menú cambia un poco según la estación y el producto de temporada, pero entre los favoritos de siempre están las tostadas de marlin, el tuétano y las preparaciones a las brasas.

"Tenemos buenos cortes de res, pero también ofrecemos salmón, atún, esmedregal... a la parrilla y eso es lo que más nos piden", describe Arturo Jiménez, chef del lugar.

Opciones para beber sobran; además de las aguas frescas, hay especiales de coctelería que cambian cada 15 días.

En su carta, sobresalen algunas etiquetas de vino y una gama completa de destilados y licores para quienes deciden darse libre una tarde de viernes.

Bolívar 31, Centro, 5510-9198

Lu a Do de 8:00 a 18:30 horas

Limosneros

Todo aquí, desde la decoración hasta la mantelería, grita "¡Viva México!", pero no entre burdos clichés, sino con una propuesta contemporánea, donde la trazabilidad y el origen de cada producto importa y mucho.

Limosneros toma recetas e ingredientes nacionales y los reinterpreta de manera lúdica e incluso dramática. Loza a la medida y montaje vanguardista enmarcan cada creación.

"Los chefs crean los platillos y yo, como diseñador industrial, me encargo de idearles un plato para completar la experiencia. Utilizamos piedras y cerámicas de diferentes lugares.

"La idea es que no sólo el sabor, sino todo lo que te envuelve tenga que ver con México", explica el restaurantero Juan Pablo Ballesteros.

Además de los moles, los comensales llegan a sus mesas para probar insectos -cocopaches, escamoles, chinicuiles...- presentados con una buena dosis de inventiva.

Y si se trata de beberse a México, Juan Pablo ha puesto sumo cuidado en la selección. En la carta hay mezcal, pox, bacanora, sotol, tuxca, cerveza y algunas etiquetas de vino, todos de productores artesanales.

Para quienes prefieren dejarse llevar por los expertos hay degustaciones taqueras (desde 450 pesos), de menú (por 695...

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