Apaga el Covid ventas patrias

AutorJorge Ricardo

De la esquina de Fray Servando Teresa de Mier y Topacio, en la Merced, desde hace casi medio siglo han salido banderas, campanas, medallones, rehiletes, trompetas, escarchas y más de 2 mil modelos de todos los tamaños. Verdes, blancos y rojos para adornar la Independencia de México. Banderas gigantes para la Tribuna de la Cámara de Diputados y de cinco centímetros para las ventanillas de los autos. Sin embargo, este año, por el Covid-19, que ha dejado más de 65 mil mexicanos muertos, la empresa Adornos México ha vendido mucho menos.

"No se vende ni el 10 por ciento", dice Hortensia Pérez Reyes, de 44 años, una de las dueñas. Agrega que los productos mexicanos ya tenían una caída en ventas de un 50 por ciento desde 1998. Antes se adornaban todas las calles. Después, sólo los ayuntamientos. Pero el confinamiento por el Covid-19 acabó con la venta a pesar de los esfuerzos de 200 familias que los elaboran cada año. Ni el Gobierno ni la población en general, su principal clientela, tienen recursos. O ánimo.

"De un 100 nos bajamos a un 20 por ciento del gasto en adornos. Más que nada, adornamos para los niños, que se ponen contentos cuando ven estas cosas", explica un comprador del DIF de Atizapán que por ahí aparece.

La tienda luce atiborrada de grecas, figuras de héroes, balconeras y columneras, mangueras de luz, papel picado, gallardetes, esferas de papel, banderas como las que donan cada año a la Basílica de Guadalupe. Todo listo como para una fiesta mexicana pero sin asistentes. Este año, Adornos México regala un cubrebocas de "Viva México" a todos los que compren aunque sea una banderita de 2 pesos. Aun así, la dueña, sin lamentarse, tiene un ánimo contagioso. "Es una pandemia pero no estamos derrotados, hay que vivir, hay que vivir para poder trabajar y ser mexicanos", afirma.

Silverio Atlitec Ramírez, de 70 años, fue durante 32 años proveedor de adornos mexicanos y daba empleo a cinco personas en su taller en la Unidad Aragón, en la casa de su mamá, recién fallecida. Por la crisis, sin apoyo para su taller, tuvo que emplearse como vendedor en Adornos México. "Para sacar como comer", dice. Tras la muerte de su madre, la casa y su taller serán vendidos por sus hermanos, vendedores ambulantes.

"Ellos tienen puestos de los que se quitan y se ponen y no venden nada y pues les urge venderla y yo, pues nada más lo que diga la mayoría", dice. Silverio Atlitec recuerda mejores tiempos donde el millar de papel china costaba a 150 pesos y hacía...

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