Se le apaga su estrella

AutorMinerva Hernández

Gulnara Karimova tenía, hasta hace poco, la vida perfecta: era diseñadora de modas y joyas, cantante de pop, diplomática y conocida a nivel mundial como empresaria y filántropa.

En 2010, la fortuna de la hija del multimillonario dictador de Uzbekistán, Islam Karimov, se calculaba en más de 500 millones de euros, y se codeaba con famosos como Elton John, Sting, Julio Iglesias y Gérard Depardieu.

Pero su vida de lujos y libertades comenzó a venirse abajo en los últimos meses, cuando se salió de control su intento de suceder en el poder a su padre, de 75 años y en precarias condiciones de salud.

Nacida el 8 de julio de 1972 en Ferghana, Gulnara tuvo la mejor educación en su país y en el extranjero: en 1992 ingresó al Fashion Institute of Technology, en Nueva York; y en el 2000 terminó una maestría en estudios regionales, en Harvard.

En su carrera diplomática ha sido asesora del ministro de Relaciones Exteriores, consejera en la ONU en Nueva York, embajadora en España, diplomática en la embajada en Moscú y viceministra de Relaciones Exteriores, entre otros.

Trabajaba en Ginebra para la ONU cuando decidió regresar a su país para comenzar a trabajar el terreno para la sucesión. Pero las cosas no fueron tan fáciles como lo pensaba.

En septiembre, la llamada "Princesa Uzbeka" recurrió a Twitter para denunciar los supuestos artilugios del Primer Ministro de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev, para limitar su influencia política, aunque juraba que no buscaba ser la nueva dirigente de su país.

En octubre acusó a Rustam Inoyatov, director del Servicio de Seguridad Nacional, de conspirar para quedarse con el poder.

Por la misma red social...

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