Un Arca de Noé vegetal

AutorEsther Díaz

ESPECIAL

No hace falta una catástrofe ambiental o tener una mirada apocalíptica para ser precavidos y proteger la flora mexicana.

Científicos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la UNAM, conservan más de 2 mil especies vegetales en el banco de semillas más grande del País para que, si alguna deja de existir en su hábitat natural, pueda, en un futuro, reproducirse nuevamente en el campo.

"El planeta se sigue deteriorando y se siguen perdiendo especies. Ésta es una forma de que una parte de las plantas que tienen semillas ortodoxas se pueda almacenar por varios cientos de años", indica Patricia Dávila Aranda, directora de la FES Iztacala y del proyecto.

"Tenemos un acervo genético que puede ser utilizado para muchas cosas, desde reintroducción al ambiente de especies, fines de investigación, reforestación...".

Las semillas ortodoxas son aquellas que pueden sobrevivir a la desecación y congelación durante su conservación ex situ, es decir, fuera de su medio natural.

Su proceso de conservación en la UNAM es largo. Primero se documentan las características fisiológicas de la especie, los plazos y formas de germinación, se le elimina gradualmente el agua, se le deja con una humedad entre 10 y 15 por ciento y se le somete a temperaturas de entre -20 y -40 grados Celsius.

Posteriormente se obtienen muestras para conocer el comportamiento de la semilla y saber si mantiene o no su viabilidad.

"Las semillas envejecen por un proceso bioquímico, así que tratamos de encontrar la manera de retardar el envejecimiento", explica la botánica.

"Es recomendable practicar una nueva prueba de germinación cada 5 o 10 años, y si hubiera algún daño podríamos sacar las semillas y multiplicarlas o conseguir las semillas en el campo y cambiarlas".

PLANTAS PREFERENTES

A partir de bases de datos propias y del mapa de áreas prioritarias de conservación de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), el equipo de la FES Iztacala busca por todo el País plantas preferentemente endémicas, en peligro de extinción o con usos medicinales.

"Desde hace un par de años trabajamos mucho con árboles, y ahora queremos iniciar con parientes silvestres de plantas cultivadas", dice Dávila Aranda.

En sus 10 años de vida, el programa ha logrado preservar alrededor del 5 por ciento de la flora del País. La meta es alcanzar el 15 por ciento para 2020, objetivo que, reconoce la botánica, es muy difícil si no se consigue más financiamiento.

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