El arcoiris de López-Gatell

AutorVíctor Juárez

Una curva aplanada, ancha y extendida, es decir, más dilatada en el tiempo que en el espacio, como medida del éxito.

Una parábola que, si todo sale conforme a lo planeado, tendrá homólogas en otros países, con las que habrán de evaluarse las estrategias perseguidas para obtener el mismo resultado. Una panza más que un pico. Díastole más que sístole.

Esta columna se publicará cuando miles de mexicanos hayan muerto por causa de la pandemia de Covid-19. En este caso, conforme a lo planeado no significa la ausencia de fatalidades sino la proporción menos catastrófica de estas, sin colapsar el sistema hospitalario público y privado.

La curva epidémica, presumimos, estará en pendiente descendente o al final de su meseta y entonces se estará trabajando en la reapertura económica y social del país, aunque el fin definitivo del brote tenga aún varias semanas y meses por delante. Pero lo peor habrá pasado.

Y lo que presumimos, con mayor o menor confianza, parte de la sorprendente premisa de que una epidemia puede combatirse no solo a través de las medidas de higiene y de los tratamientos médicos, sino también, o fundamentalmente, en la estimación de modelos matemáticos.

La epidemia se traduce en comportamiento, (como el compulsivo lavado de manos) el comportamiento en probabilidades y las probabilidades en gráficas y tablas para responder con la mayor certeza un par de preguntas: ¿cuándo?, ¿cuántos?

Para nosotros, esta premisa se encuentra condensada en la estrategia que médicos, epidemiólogos y funcionarios, para bien y para mal, han descansado en la estrella de un solo hombre, que en esta ocasión no es el presidente sino un deputy, cuyo apellido compuesto se volverá sinónimo de lo acontecido a partir de marzo de 2020 hasta el último punto de la línea.

Es verdad que en el primer frente se encuentra el trabajo de médicos y enfermeras, en quienes cada elevación de la curva, cada cruce de tiempo con paciente, se transforma en una realidad tan cruda o esperanzadora como el ángulo disponga; así también lo voluntarioso de un sector de la población, lo resignado de quienes pueden guardarse en casa y millones de pequeños actos más, pero la obsesión colectiva permanece anclada a la aceleración vertical u horizontal de la curva, es decir, a la vida o la muerte, y a todos los planes y deseos asociados a una u otra cosa.

¿Pero cómo obtener certeza en la peor epidemia de los últimos 100 años, cuando bien podría decirse que la anterior ocurrió en otro planeta...

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