ARGONÁUTICA / El hombre lagarto

AutorJordi Soler

Erik Sprague se autodenomina el hombre lagarto. Tiene un show muy famoso en Estados Unidos en el que se traga espadas, se echa en una cama de clavos y exhibe su cuerpo íntegramente tatuado. También exhibe las proezas que han realizado los cirujanos en diversas partes de su cuerpo, por ejemplo en la lengua, que es bífida gracias al bisturí. Busque usted su foto en Google. El hombre lagarto sostiene que hace todo esto, las más de 700 horas que lleva de transformación corporal, porque considera que su cuerpo es una obra de arte o, para decirlo con toda precisión, con sus propias palabras: "el arte se trata del proceso, y no del objeto". El arte de Sprague no sería tragarse la espada sino estársela tragando, así como, de acuerdo con su óptica personal, lo valioso de Miguel Ángel o de Picasso, no sería ni La Piedad, ni Las señoritas de Aviñón, sino el proceso por el cual dieron a luz esas obras y que nosotros, por haber nacido demasiado tarde y en otra geografía, no pudimos atestiguar, y lo más que nos queda es ver la escultura y el cuadro: meros subproductos de esa obra artística que ya pasó.

Por algún motivo que francamente se me escapa, el hombre lagarto cita como fuente de su inspiración al filósofo Wittgenstein y confiesa que se preguntó, en algún momento, supongo que a la luz de su Tractatus Logico-Philosophicus: "si yo...

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