El arqueólogo del alma
Autor | Ramón Clériga |
Considerada como la de uno de los constructores del siglo 20, la obra de Sigmund Freud se ubica como la de uno de los grandes deconstructores de nuestra cultura, junto a las aportaciones de Darwin, Einstein, Heidegger y Nietzsche.
Freud descubrió la dimensión inconsciente, lo que dentro del panorama de la cultura moderna, transformó radicalmente el modo de pensar al hombre. A partir del psicoanálisis, nuestra imagen ha sido alterada.
La repercusión de la obra de Freud ha sido considerada como la tercera gran herida que ha sufrido el narcisismo humano a lo largo de la historia: el psicoanálisis, con Freud, transformó, una vez más, la imagen que el hombre ha tenido de sí mismo. Así, no sólo quedó desplazado del centro del universo por la teoría de Copérnico y aceptar sentirse como un eslabón más dentro de la cadena de la evolución biológica por la teoría de Darwin, sino que, además, ha sido obligado a renunciar a la idea de considerarse dueño de su propia casa: el inconsciente como orden exclusivo del poder de su conocimiento, su voluntad y el control de nuestros actos, nos habita y determina, sin que podamos llegar a conocer en toda su dimensión, cuándo, ni de qué modo.
Freud encontró la clave para interpretar sus sueños y con ello coloca en el campo de las interrogaciones, una de las certezas incuestionables en que se ha anclado la cultura occidental: la del sujeto. Tener certeza del sujeto es olvidarse de nuestra propia inconsistencia; una de las formas del olvido, es decir, de la creencia popular desde la cual todo pensamiento es aniquilado, terreno fértil para ejercer desde ahí el poder de la violencia y la violencia del poder.
Si bien Freud ha infligido una herida narcisista a la humanidad, también ha dejado una inscripción que traspasa y ha hecho vibrar el pensamiento universal.
Su influencia en las ciencias trasciende y se inscribe en otro registro; el descubrimiento freudiano, pone el acento en el objeto metapsicológico, por lo cual, sujeto y objeto, tiempo y espacio, escritura y trazo, no pueden ser pensados del mismo modo. El pensamiento freudiano posibilita la ruptura con la centralidad y lo fijo. Así, el psicoanálisis se ha constituido como una ciencia, que con su propio objeto de estudio: el inconsciente, se caracteriza por ser apertura y no cierre.
Freud se percató de que su descubrimiento, el psicoanálisis, tiene un marco formal, con un estilo semántico y otro marginal, escrito más allá de lo que se habla y lo que se calla: lo...
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