ArquiteXtos / Changarrén Itzá

AutorVíctor Jiménez

'Y ocularmente he visto que hacen platillo y trisca estos idólatras del poco castigo que se les hizo... y así conviene sean castigados... y que el castigo sea en esta ciudad de Mérida, donde concurren... de diferentes pueblos... porque estos llevan a sus pueblos las nuevas... y convendría juntar a los Caciques y Gobernadores indios... porque en ellos está la enmienda de este delito... y con semejantes actos como los del Santo Oficio quedarán atemorizados y enmendados".

Pedro Sánchez de Aguilar, 1639, en Madrid.

A mediados de 1992 me tocó compartir la mesa, por razones de trabajo, con algunos obispos. El buen vino facilitaba la plática y cuando mi vecino me preguntó a qué me dedicaba le dije que estaba por publicar un libro sobre los actos de la Inquisición española contra los nativos de Oaxaca. "Fue algo espantoso", le dije. "En Yucatán fue peor", me respondió. "Yo también he leído a Sánchez de Aguilar", repliqué, agregando que, como la mafia, el mayor éxito de la Inquisición había sido convencernos de su casi inexistencia. "Sí", asintió. Le expliqué que en mi libro establecía la equivalencia entre los términos "Inquisición" y "Evangelización", y también estuvo de acuerdo.

Las víctimas más numerosas y trágicas de la Inquisición española en México fueron los nativos de nuestro País, si bien los historiadores de derecha se la viven negándolo (a veces por auténtica ignorancia, que no es sino la propia estupidez cultivada con esmero). Pero a unos nativos les fue aún peor que a otros: con los mayas esto alcanzó la cumbre de la tragedia, como sabía mi interlocutor.

El "fanático español" -como lo llama el National Geographic Magazine, y no "fray"- Diego de Landa quemó todos los libros mayas en el célebre Auto de fe de Mani (más catastrófico que el incendio de la Biblioteca de Alejandría), y Sánchez de Aguilar, otro fanático, escribió el manual del que proviene la cita de arriba, cuyo epígrafe es el lema de la Inquisición (Exurge Domine, iudica causam tuam) y que lleva como subtítulo "Una cuestión: ¿Puede el obispo de Yucatán aprehender, encarcelar y azotar, si el auxilio del brazo secular, a los indios de esta Provincia que adoran a los ídolos?"

Al visitar Yucatán queda siempre la certeza, aunque no se haya leído sobre esto, de que algo siniestro ocurrió allá. El museo regional, increíblemente pobre, se aloja en la que fue casa de un feroz represor de los mayas...

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