ARQUITEXTOS / Javier Serrano (1982-2011)

AutorAlejandro Hernández

Había enviado ayer otro texto para esta columna. Nunca hubiera deseado cambiar a última hora el contenido. Mucho menos por esta razón: otro muerto más a la cuenta. Pero me han avisado hace unos minutos que ayer asesinaron a Javier Serrano. No es uno más porque ninguno es uno más en esa larga, espantosa lista. Pero es alguien que conocí, conozco a su padre, el arquitecto Francisco Serrano, y a su hermano, también arquitecto, Juan Pablo Serrano. Además de su padre y su hermano, su abuelo y su bisabuelo también fueron arquitectos. Así que, como algunos dirían, lo traía en la sangre y en el nombre. Fue mi alumno en la Ibero. Simpático, trabajador, de carácter alegre, se relacionaba fácilmente con profesores y compañeros sin usar el peso que sabía tiene su apellido.

Javier terminó su carrera en el 2006 y abrió su despacho en sociedad con Abraham Cherem, con quien ya desde la escuela acostumbraba trabajar. Desde entonces se dedicaron ha realizar gran cantidad de proyectos -en su sitio en internet cuento 43, realizados y en proceso, muy buen número y más para un par de jóvenes menores de 30 años. Y no sólo la cantidad, la calidad de sus proyectos era reconocida. En la arquitectura, se ha dicho siempre, no hay prodigios. No es una carrera donde los jóvenes sobresalgan pronto. Se requiere tiempo para entrenar la mano y el ojo, para afinar el gusto y, lo que no es menor, para entender cómo moverse en las redes sociales sin las que el arquitecto raramente sobrevive. Javier iba por muy buen camino y podríamos esperar mucho de su madurez. Pero no lo dejaron.

No se ahora por qué lo mataron y la razón no importa. Para ninguna muerte, ni la más pacífica y esperada, parece haber explicación suficiente. Pero menos, nunca, para una así. No cuando al sin sentido de la vida que siempre, irremediablemente termina -y que los humanos paliamos con la fe y la esperanza en la trascendencia- se le añade uno peor: el de la violencia absurda, idiota, incomprensible. Fuera el único muerto de ese modo en una tierra que no conoce la violencia, ya sería grave y doloroso. Pero cuando la violencia es lo...

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