Artificios del pasado

AutorSergio R. Blanco

La experiencia estética ante un paisaje de José María Velasco pasa por el idilio: esa especie de paréntesis que comparten los enamorados al principio de una relación, cuando no existen los defectos del otro.

Los volcanes impolutos, la pureza del aire, la naturaleza inmensa nos transportan a un lugar donde no existen conflictos: sólo hay paz y quietud para la mirada. No en vano los grupos de poder decimonónicos apreciaron estas pinturas, que fueron llevadas a las exposiciones internacionales de París (1889) y Chicago (1893) y que alimentaron la mirada extranjera hacia el México del porfiriato (1877-1911): un país representado como vasto, poderoso, casi mítico, pero a la vez moderno, como lo demuestra el paisaje atravesado por el ferrocarril en uno de los óleos más famosos de Velasco. Era la imagen exportable de un México propicio para captar las inversiones de los capitalistas de hace 120 años.

Hoy, un siglo después de la muerte de Velasco, al mirar con ojos contemporáneos la grandeza del Valle de México, pronto nos invade la impresión de que esa imagen forma parte de un pasado irrecuperable.

Cuando un visitante contempla los cuadros de Velasco que se exhiben en la sala 22 del Museo Nacional de Arte experimenta un descanso visual ante el estrés cotidiano, y accede hacia panoramas bucólicos, señala Víctor Rodríguez, investigador del área de curaduría del Munal.

Lo que se experimenta es nostalgia, paz, armonía y la admiración por la capacidad que tenía de imitar la naturaleza, dice.

"La manera en que representa sus cielos, los colores, las dimensiones y los valles de México es un emblema visual de la identidad nacional y de la identidad geográfica. Representan un Valle de México que es muy distinto al que hoy vemos", dice Rodríguez, encargado de la colección permanente del museo. "Pero Velasco no copia, sino que efectúa una apropiación de identidad territorial: podemos ver el México de otros tiempos y tener esa experiencia de estar casi ante el paisaje real, pero con fuertes cargas poéticas".

La embriaguez de mirar los paisajes se mezcla pronto con la melancolía. Sólo que esa utopía es, en realidad, un corte artificial del pasado: en la época de Velasco también había conflictos, sólo que no aparecen en sus pinturas. Están fuera de cuadro.

El pintor científico

Muy temprano, 10 días antes del 26 de agosto, fecha del centenario luctuoso de Velasco, la sala 22 del Munal está cerrada al público. Muchas obras del maestro del paisaje han sido...

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