Así ganó el PRI... y así piensa ganar el 2006

AutorFernando del Collado

El renovado mecanismo de ingeniería y engranaje electoral que desplegaron los priistas durante la campaña que culminó el 6 de julio, demostró que la maquinaria tricolor está a todo vapor y recién engrasada.

Su capacidad de movilización funcionó con tal precisión que los priistas no sólo lograron reforzar las alianzas con sus votantes tradicionales, los llamados votos duros, sino que ampliaron su base de aceptación en sectores de población urbana que les eran adversos.

Sólo en un año de trabajo, desde que arrancó el Programa Nacional Operativo Estrategia Electoral 2003 el 6 de julio del 2002, el tricolor reorganizó el cuerpo directivo de las cinco circunscripciones nacionales, renovó sus 300 comités distritales y rediseñó el trabajo del equipo humano que atendió 110 mil casillas electorales en todo el territorio nacional para garantizar la defensa del voto y emprender el contacto directo con sus bases.

A filas también fueron llamadas casi el mismo número de organizaciones sindicales, campesinas, ganaderas, agrupaciones políticas y asociaciones civiles que forman parte del andamiaje corporativo del priismo desde su larga historia como partido en el poder.

Pero, sobre todo, los priistas supieron afianzar sus lazos en los 108 distritos electorales donde se ubica el grueso de sus votos duros. Se trata de un universo de fieles simpatizantes, mayoritariamente de sectores marginales, rurales e indígenas que suman cerca de 6 millones de votos.

En esos 108 distritos, que componen el 36 por ciento de la geografía distrital, los priistas mantienen viva su fuerza. Son los mismos distritos electorales que los han respaldado en, al menos, los últimos tres comicios federales y donde el trabajo político de otros partidos es casi nulo. Son los mismos distritos cuyos niveles de marginación social en promedio alcanzan, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), las características de "alta" y "muy alta" pobreza. Son los mismos distritos enraizados en una vieja cultura de lealtades y compromisos ligados a la autoridad priista.

Es el mismo universo de votantes que cubren más del 40 por ciento del total de las secciones electorales del país. Un territorio electoral que abarca mil 672 municipios de los 2 mil 430 que forman el total nacional, cuya propiedad absoluta del tricolor les augura para las siguientes elecciones un voto "amarrado".

Y no son todos. La renovada movilización de la estructura tradicional también le permitió al tricolor recuperar distritos que le fueron arrebatados en el 2000. En estas elecciones, el PRI regresó a sus arcas un total de 67 distritos.

El resultado final es que aseguró 163 distritos electorales. De ellos, recuperó 67 distritos duros, perdió 12 y se mantuvo triunfante en 96 de sus 108 distritos fieles. El resultado no pudo ser menos alegre: por cada distrito perdido, el tricolor recuperó cinco.

A ese andamiaje, sumó el innovador programa de captación de votos dirigido a las zonas mayoritariamente urbanas y adversas al priismo. En más de un año de trabajo, desde mayo del 2002, el Programa de Innovación 2003 les permitió a los operadores priistas movilizarse en un total de 150 ciudades.

En ellas, logró la captación de 288 mil simpatizantes a quienes denominaron "vínculos": ciudadanos no del todo militantes priistas que se comprometieron a "convencer" a por lo menos otros cinco posibles votantes a favor del tricolor.

El regreso

"Cuidado, el PRI puede regresar en el 2006. Las cuentas no mienten. Su regreso es factible aunque lo haría con una legitimidad muy baja. Su porcentaje real es de un 12 o 13 por ciento, esa es su legitimidad", advierte el académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Agustín Porras, estudioso del comportamiento electoral mexicano y especialista en estadística matemática.

No se equivoca. El número alcanzado por los tricolores, con todo y su alianza con los "verdes", llegó a los 9 millones 878 mil 787 sufragios. Cerca de un millón y medio más de votos que los obtenidos por el PAN.

Con esta cifra, el PRI no sólo ganó la mayoría relativa en el Congreso, sino que recuperó su presencia nacional al compararla con los comicios federales del 2000. En aquellas elecciones para diputados, por ejemplo, el PAN había superado al PRI por sólo 1.32 por ciento de la votación. El pasado 6 de julio, el PRI contraatacó y rebasó a los panistas con el 6.78 por ciento de la votación en su favor.

En la elección presidencial del 2000, el "efecto Fox" alcanzó una votación de cerca de 16 millones de sufragios. Pero sólo obtuvo 2 millones 409 mil 918 votos por arriba de su contrincante más cercano, el priista Francisco Labastida Ochoa.

Aquella fue una elección presidencial no del todo comparable con la de carácter legislativo vivida el 6 de julio. Pero lo que hizo posible el triunfo de Vicente Fox en el 2000 fue el apoyo brindado por el llamado voto "independiente", formado por los ciudadanos sin una simpatía clara por partido alguno. Hoy el "efecto Fox" se ha desvanecido y el 30 por ciento de esos votos "independientes" le dieron la espalda a Fox y decidieron apoyar al PRI (Reforma, 07/VII/2003).

Para las elecciones presidenciales del 2006, las posibilidades de un nuevo "efecto mediático...

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