Así murió Jesús

AutorSilvia Ruano

Hace casi 2 mil años, Cristo murió clavado en una cruz en el Gólgota de Jerusalén n Tras ser

torturado y maltratado hasta el extremo, el hijo de José y María, de 33 años, expiró n Pero, ¿cómo fue su muerte? Si se hubiera hecho un certificado de defunción, ¿qué diría? n Con descripciones de los Evangelios y otros textos, los científicos de hoy han podido llegar a una conclusión médica de su muerte n Y a partir de una investigación especial, el fisiólogo Jorge Valenzuela Rendón y la psicóloga Patricia Elizondo Puente analizan aquí lo que Jesús, el hombre, experimentó.

'Sudó como gruesas gotas de sangre...'

Hemathidrosis

"...Se fue, según su costumbre, al Monte de los Olivos y le siguieron también sus discípulos. Llegado ahí, díjoles: 'Orad para que no entréis en tentación'. Se apartó de ellos como un tiro de piedra y, puesto de rodillas, oraba diciendo: 'Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya'. Se le apareció un ángel del cielo que le confortaba. Lleno de angustia oraba con más instancia; y sudó como gruesas gotas de sangre que corrían hasta la tierra".

(San Lucas 22:39-44)

En ese momento Jesús se enfrentaba a una angustia severa, extrema, por el peligro que lo acechaba. Sabía que su muerte se acercaba y que durante las horas próximas viviría situaciones terribles.

Por eso sudó sangre. Esto, aunque se presenta muy rara vez, en términos médicos se conoce como hemathidrosis, y está relacionado directamente con estados de angustia.

La sangre perdida durante esta sudoración especial provocó una baja importante en el volumen de sangre corporal o hipovolemia. Además, en el momento de la oración que precedió a su captura, Jesús sudó a la manera convencional, que significó también una pérdida de líquidos.

'Tomó entonces Pilatos a Jesús y mandó azotarle...'

Dolor Corporal Severo

"'¿Queréis, pues, que os suelte al rey de los judíos?'. Entonces de nuevo gritaron diciendo: '¡No a éste, sino a Barrabás!'. Era Barrabás un bandolero. Tomó entonces Pilatos a Jesús y mandó azotarle".

(San Juan 18:39-40 y 19:1)

Como al resto de los presos, amarraron a Jesús de espaldas a un madero que lo sostuvo en la tortura. Para azotarlo, los flageladores usaron un mango con extensiones de cuero terminadas en puntas de hueso, piedras filosas o plomo.

Estos azotes hicieron que Jesús, además de experimentar un dolor corporal severo, sufriera temblores incontrolables. Al activarse su sistema nervioso simpático continuó la...

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