'Hay Atayde para rato'

AutorYanireth Israde

El germen del Circo Atayde Hermanos fue la rebeldía.

Aurelio Atayde Guízar comenzó al abandonar su casa para trabajar en el circo. Su padre lo condujo de vuelta al hogar, previa reprimenda, claro.

Pero aquel chico, que apenas alcanzaría los 10 años años, se fugó de nuevo: ya no lo hallaron. Era el siglo 19. Aurelio llamó a sus hermanos menores -vivían en Zacatecas- para que se incorporaran al circo, tanto le gustaba.

Al final, hasta su padre terminó en una carpa.

Lo cuenta, dentro de un circo -¿dónde más?-, Andrés Atayde Guzmán, nieto de don Aurelio, cuya aventura prosiguió con la fundación de su propio circo, el Atayde, en Mazatlán, el 26 de agosto de 1888.

Las rebeliones de algunos han continuado, pero al revés. Por ejemplo, Alberto Atayde Guzmán, domador de caballos, el artista de mayor edad en la pista (72 años), se opuso a su padre, el acróbata Andrés Atayde Arteche, quien quería que su hijo tuviera estudios universitarios.

"Terminé la secundaria, hablé con mi papá, le dije que estaba decidido a trabajar en el circo. Me costó mucho convencerlo. Pero me dijo: 'si es lo que desea, hágalo, pero al cien por ciento'".

Celeste Atayde Canestrelli es hija de don Alberto, cuarta generación de los Atayde. Ella terminó la carrera de Administración de Empresas en el ITAM y está involucrada en el manejo del negocio, tarea que la enorgullece, porque eso demuestra, dice, que las mujeres Atayde no sólo se desempeñan bien en el escenario.

Pero lo suyo, confiesa, son las artes escénicas. Sobresalen, mientras habla, sus gruesas pestañas de fantasía, las telas con destellos del traje que llevaba hace unos minutos, cuando montó un elefante.

"Si me hubieran dado a escoger no hubiera estudiado administración, hubiera estudiado artes escénicas; estaría metida cien por ciento en la parte artística".

Para Andrés Atayde Guzmán fue diferente. Él sí debió trabajar por obligación en el circo, la época apremiaba -era la Segunda Guerra Mundial- y no tenían una sede, andaban de un país a otro: Chile, Argentina, Perú, Colombia...

Hacía con su padre un acto de telepatía, luego fue payaso y malabarista. Se jubiló como artista de circo a los 32 años y después se dedicó a la administración. Ahora dirige el circo junto con sus hermanos Alberto y Alfredo.

¿Le preocupa que las siguientes generaciones no continúen la tradición?

Es un peligro, porque al ver otras cosas distintas al circo, les puede gustar. Pero en nuestra familia hemos creído que no deben ser del circo nada más...

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