Atraen Koons y Duchamp

AutorIsrael Sánchez

Entregados al éxtasis de la imagen desde las selfies de sus celulares, miles de asistentes convirtieron el arranque de Apariencia desnuda: El objeto y el deseo en la obra de Marcel Duchamp y Jeff Koons, aun en una fiesta multitudinaria.

Si bien por la mañana, cuando el Museo Jumex abrió sus puertas, la afluencia avanzaba sin sorpresa alguna, hacia las 15:00 horas más de un centenar de personas hacían fila en la explanada del recinto, auxiliados por éste con sombrillas y jugos.

"¿De cuánto es la espera para ingresar?", preguntó un hombre a uno de los elementos de seguridad que controlaban el acceso. "De una hora y media a dos", contestó éste.

La espera de pie y bajo el brillante reflejo de la monumental Bailarina sentada parecía valer la pena, pues dentro del inmueble se encontraban reunidas las piezas de dos de los que llaman "los artistas más influyentes del siglo 20". Motivo suficiente para atraer a más de 4 mil 650 visitantes a lo largo del día, de acuerdo con el área de prensa del museo.

"¡Ay, por fin!", exclamó un joven apenas puso un pie en la primera sala de la exposición. Sólo para darse cuenta que entrar no era ninguna garantía de que las filas y la espera hubieran terminado.

Filas para observar las piezas, filas para leer sus descripciones, y, sobre todo, filas para tomarse una foto con ellas. Evidencia gráfica de la aproximación al diálogo que dos maestros del ready-made entablan en torno al deseo, el consumo, el objeto, la infancia, la tecnología y el erotismo.

"Lo más chistoso es cómo estamos viviendo el arte a través justo de la selfie, lo que juega mucho con la propia exposición, la Apariencia desnuda, o sea, te desnudas ante la selfie, eres el más loco, el que saca la lengua", consideró Maricarmen Arias, historiadora de arte.

Tan sólo para tener una foto con el Corazón colgante de fondo -que una mujer comparó con un adorno navideño- había que esperar detrás de 40 personas. Mientras que el espacio alrededor del Balloon dog magenta y la obra que emula una pila gigante de Play Doh se convirtió en un auténtico laberinto de brazos estirados buscando el mejor ángulo para un autorretrato.

"Es justo la generación que estamos viviendo: si no lo posteas es porque no lo estás viviendo", aseguró el artista Arturo Torres.

"Ya no es como el museo tradicional, que llegabas y veías obras, y las tenías que contemplar, entender. Ahora así es como se participa".

Ni las filas ni la espera impidieron que las tres galerías que ocupa la exhibición...

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