Atrapados en su telaraña

AutorRafael Aviña

Al inicio de la década de los 60, Stanley Martin Lieber, quien firmaba con el seudónimo de Stan Lee, ya no era aquel joven que había decidido abandonar cualquier ambición universitaria para apostar por su enorme pasión: la escritura y la creación de personajes a través de un modesto empleo como asistente editorial en la tambaleante compañía de historietas Timely Comics, propiedad de su primo Martin Goodman, cuyos títulos se centraban en aventuras bélicas o del salvaje oeste, suspenso y horror, o tópicos fantásticos y superhéroes, y cuyos genios artísticos eran los guionistas y dibujantes Joe Simon y Jack Kirby.

Con 39 años de edad y la experiencia de un trabajo artesanal y de gran aliento popular, Stan Lee crea una saga que en breve adquiriría enorme fuerza: "Los 4 fantásticos" (noviembre de 1961). Sin embargo, cuando Timely estaba a punto de quebrar, alcanzaría un éxito inusitado con un par de personajes que en breve se colocarían en el gusto masivo, "El increíble Hulk" (mayo de 1962) y "El sorprendente Hombre Araña", que aparecería en el No. 15 de "Amazing Fantasy", el 10 de agosto de 1962, en una editorial que había dejado atrás el nombre de Timely y Atlas Comics para convertirse en Marvel.

Así, en medio de obras fílmicas de vanguardia producidas en ese mismo año de 1962 como "Cuchillo en el agua", de Roman Polanski; "Vivir su vida", de Jean-Luc Godard, o "Jules y Jim", de François Truffaut, relatos paranoicos sobre la omnipresente Guerra Fría, como "El embajador del miedo", de John Frankenheimer, y "El satánico Dr. No", polémicas tramas fílmicas al estilo de "Lolita", de Stanley Kubrick; "Freud, pasión secreta", de John Huston, y "Este perro mundo", de Gualtiero Jacopetti, o historias de horror fantástico Serie B, "El cerebro que se negaba a morir", de Joseph Green; "Reptilicus", de Sidney Pink, o "El carnaval de las almas", de Herk Harvey, y la aparición de obras literarias como "La naranja mecánica", de Anthony Burgess; "El hombre en el castillo", de Philip K. Dick, o "Historias de cronopios y de famas", de Julio Cortázar, surgía el personaje más emblemático de la Marvel y del propio Stan Lee.

Los primeros bocetos de Spider-Man fueron encargados a Jack Kirby, quien había ideado a un Hombre Araña a semejanza de otras creaciones suyas (Thor, Hulk, Capitán América): musculoso, con botas y guantes, e, incluso, con una pistola que lanzaba telarañas. Stan Lee decide entonces arriesgarse por Steve Ditko, un dibujante más joven y de espíritu...

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