Los auténticos gorilas en la niebla

AutorDebbie Pappyn

Fotos: David De Vleeschauwer

Para experimentar un encuentro cercano extremo con los impresionantes gorilas espalda plateada, hay que dirigirse al espléndido Parque Nacional de los Volcanes, en Ruanda. Los cobardes deben quedarse en casa, porque a los gorilas algunas veces les gusta una interacción íntima y personal. Muy personal.

La huella de una gran mano lodosa adorna la elegante chaqueta estilo safari de un huésped del Sabyinyo Silverback Lodge, cerca del Parque Nacional de los Volcanes en el norte de Ruanda.

"Nunca soñé que estaría tan cerca de un gorila de montaña", dice con una sonrisa. "Casi pude sentir su aliento: de pronto se paró frente a mí un macho joven tan alto como yo, pero del doble de ancho, con ese 98 por ciento del mismo ADN que un humano. Me miró y me dio un suave empujón". El hombre señala a su chaqueta. "¡Creo que jamás voy a lavar esto! Hermoso y perfecto souvenir".

Otros huéspedes que tienen programada su expedición para ver a los gorilas al día siguiente lo miran un poco alarmados.

Vamos por otro gin tonic para reforzar nuestro vacilante valor. Y es que obviamente, la gente muy nerviosa deberá quedarse en el cómodo alojamiento.

Esta es una experiencia exclusiva para los amantes de los animales y de la naturaleza, para los que se atrevan a caminar por entre paisajes extraordinarios con la oportunidad de observar de cerca en su hábitat a una de las especies más imponentes de todo el mundo.

Aunque a decir verdad, el paisaje en sí mismo es razón suficiente para viajar a Ruanda, un país hoy seguro y sin corrupción.

La majestuosa Cordillera Virunga, con sus volcanes activos e inactivos que alcanzan alturas de hasta más de 4 mil 500 metros, y que atraviesa Ruanda a lo largo de sus fronteras con Uganda y la República Democrática del Congo, sirve de único hábitat en todo el planeta donde los legendarios gorilas de montaña espalda plateada viven libremente en la naturaleza.

Esta región es sin duda una de las más inspiradoras de África.

Protegidos y estudiados, existen alrededor de 480 gorilas en el Parque Nacional de los Volcanes, según el censo realizado en 2010, de los cuales ocho grupos o familias están acostumbrados al contacto humano.

Se dividen en tres grupos: los que están familiarizados con los turistas, los que son estudiados y los que son 100 por ciento salvajes. A esta parte de las Montañas Virunga fue donde Dian Fossey vino en los 60 a estudiar a los gorilas y luchó por su supervivencia, hasta que fue asesinada por cazadores furtivos. Su vida y la difícil situación de los gorilas de montaña en peligro de extinción fueron capturados en la película Gorilas en la Niebla.

Seguro, bien organizado y aún no muy turístico, este parque, de poco más de 5 mil hectáreas, es uno de los pocos sitios en el mundo donde aún se puede ver a estos tiernos e impresionantes animales en su hábitat natural. En las exuberantes montañas verdes y sí, sobre todo, en la niebla.

Simios dorados

"¡A no menos de siete metros de los gorilas!", advierte el guía. A menos, por supuesto, que ellos se acerquen. Sólo entonces se puede hablar de un encuentro cercano.

Durante la temporada de junio a octubre se otorgan alrededor de 100 permisos diarios para ver gorilas, por la generosa cuota de 750 dólares por persona. Nada barato pero, según el Gobierno, es la única manera de proteger a los gorilas e incrementar su número.

Estos permisos son muy cotizados porque a menudo hay más turistas que permisos, por eso, más valdría asegurarse un lugar al mismo tiempo que se hacen las reservaciones del viaje, de lo contrario se corre el gran riesgo de perder la oportunidad.

Aunque en ese caso no todo estará perdido, pues en vez de la excursión con gorilas se podrá hacer un recorrido para ver a los Monos Dorados que también viven en el parque. Por supuesto, hay gente que se opone a esta clase de turismo natural arguyendo que no es realmente amigable para los animales. ¿O sí será?

Pues de acuerdo con muchas de las organizaciones internacionales de conservación, esto es exactamente lo que es: los turistas mantienen alejados a los cazadores furtivos y muchos de los rastreadores que ahora conducen a los turistas a las montañas eran ellos mismos cazadores furtivos antes de la llegada del turismo. No porque encontraran esto particularmente emocionante, sino por necesidad financiera. Su nuevo trabajo, y el hecho de que el turismo trae dinero a sus aldeas, significa que ya no necesitan...

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