Avionazo en Monterrey: Morir al amanecer

AutorFernando del Collado

Su cuerpo acabó impactado en una roca de cuatro metros de diámetro. Cercenado, el cadáver no tenía la cara completa. Tampoco contaba con brazos ni piernas... Al desabrochar el maltrecho saco que se afianzaba al cadáver, se observaron en el forro las marcas de las iniciales de Carlos Alberto Madrazo Becerra.

Hoy, 36 años después del avionazo en la sierra de El Fraile, el agente Óscar Saldaña de los Santos, quien fuera miembro de la Agencia Ministerial Federal del juzgado Primero de Distrito en Monterrey, rememora esa imagen dantesca, "identificamos el cuerpo del licenciado Madrazo, cercenado, que fue expulsado desde el avión hasta estrellarse en esa piedra".

Pero hay algo más en la memoria de Saldaña de los Santos que no termina por borrarse: "recuerdo perfectamente que en la parte frontal del tórax de Madrazo tenía una pluma fuente incrustrada en su pecho, como si se la hubieran clavado".

No son los únicos detalles que perduran en la mente de este ex agente judicial que se desplazó al cerro de los Tres Picos donde fue a estrellarse el Boeing 727 de la Compañía de Mexicana de Aviación, la mañana del 4 de junio de 1969. Incluso, Saldaña de los Santos sería parte de los tres agentes ministeriales de Monterrey, al mando de Leandro Sánchez Salazar Frías, que se ocuparían de recabar todo tipo de información sobre el siniestro, "nuestra responsabilidad no sólo fue el levantamiento de los cadáveres, también recolectábamos todo tipo de muestras.

Si mal no recuerdo, fueron cerca de 14 ó 15 bolsas de plástico que llevamos personalmente ante las autoridades de la Procuraduría para su análisis. Después ya no supimos qué paso con ese muestreo", recuerda.

A más de tres décadas de aquel percance aéreo, a Saldaña no le termina por convencer la versión oficial de que se trató de un supuesto error de pilotaje, "parece que la versión oficial fue que se trató de un accidente. Pero eso, me parece, no ha quedado claro. Yo no podría dar un dictamen científico ni certero, pero hasta ahora me han quedado varias dudas".

O si se quiere, al ex agente judicial la versión del accidente sería la última de las tres causas que tendría sobre aquel siniestro. Según sus propias pesquisas, primero estaría la posibilidad de que en el avión se suscitó un altercado que provocó el choque: "siempre me llamó la atención el hecho de que encontramos un revólver calibre .38 entre los restos de la nave. Lo más sorprendente es que había una bala presionada en la punta del cañón del revólver, como si se hubiera trabado. Hay que recordar que en ese vuelo viajaban agentes judiciales e incluso un alto mando de la policía federal de caminos (Raúl Chapa Zárate)".

La segunda de las posibles causas del siniestro, recapitula Saldaña, es un sabotaje: "por las dimensiones y la expansión de los restos de la nave, todo hacía suponer que el avión explotó en el aire antes de caer en tierra. Eran cientos y cientos de metros y todavía se encontraban restos de la aeronave y partes de cuerpos humanos. Hubo restos que jamás se recuperaron pues calleron en los fondos de las barrancas. Recuerdo que la pieza más grande que localizamos del avión fue de un metro y veinte centímetros de largo. Además pocos cuerpos se encontraron, la mayoría estaban calcinados. Fue de tal magnitud que algunos centenarios hallados estaban fundidos con el plomo", recuerda.

Lo que sucedió aquella mañana del 4 de junio de 1969 en el vuelo 704 de Mexicana de Aviación, tampoco quedó del todo claro para el capitán Gilberto Carretero, comandante de la primera compañía del 45 Batallón de Infantería.

Dos años antes de morir, el capitán Gilberto Carretero, quien fuera designado para acudir al lugar del percance y organizar las primeras maniobras de rescate y resguardo, publicó sus memorias. En el primer capítulo se ocupa del siniestro y el capitán propone un título por demás sugerente "¿Colisión o Sabotaje?". Ahí, el capitán Carretero describió las horas que se ocuparon para llegar hasta la localización de los restos del Boeing 727. En su testimonio también da cuenta del hallazgo del cadáver del tenista Rafael "Pelón" Osuna: "Ese cuerpo sin su cabeza, vestía un fino saco deportivo semiquemado, lo sacamos del agreste jardín de florecillas moradas y lo colocamos en una pequeña explanada. Cuando busqué entre sus pertenencias alguna identificación encontré en el bolsillo interior de su saco una cartera intacta, con algún dinero en billetes de banco, unos vigésimos de la Lotería Nacional, una fotografía tomada en una cancha de tenis, otra foto con una dama y una niña que sin duda serían la esposa y la hija y unas tarjetas de presentación con el...

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