Ayotzinapa vive...

AutorZedryk Raziel

FOTO: EDGAR MEDEL

TIXTLA.- La tortuga camina lento, pero siempre llega a donde va. Para los familiares de las víctimas del ataque a los normalistas de Ayotzinapa, ocurrido hace cuatro años en Iguala, la justicia es como la tortuga: va a llegar.

Tarde o temprano.

En mayúsculas rotundas, como si gritaran, las paredes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos advierten: "SOY LENTA, PERO IMPLACABLE. ATENTAMENTE: LA JUSTICIA". Y la justicia es representada con el grabado de una tortuga andando cuesta arriba, a paso difícil.

Debajo dice: "AYOTZINAPA VIVE, LA LUCHA SIGUE".

La frase define a la normal rural fundada en 1926: sigue andando, como el animal al que le pesa el caparazón -el hogar, el refugio, el origen-, como la eterna roca a Sísifo.

Esto también lo gritan los alumnos rapados que se juntan en la explanada entechada de su nueva escuela, donde estudian, viven y trabajan: "¡Ayooootziiii viveeeee!".

A cuatro años, quedan los rastros de otros huéspedes que ya no están. En un dormitorio, habitan los normalistas que se hacen llamar "Los chaketas", que en la puerta anuncian que ahí dormía El Tun Tún, alias de Marco Antonio Gómez Molina, uno de los estudiantes que fueron víctimas de desaparición el 26 de septiembre de 2014. Allí mismo, ese dormitorio tiene pintado en aerosol, como un aviso de luto: "+43".

El cuarto de junto es el de "Los Reprimidos", pero no son los mismos que padecieron el terror de hace cuatro años: Bernardo Flores, Cochiloco; Jorge Álvarez Nava, Chabelo; José Eduardo Bartolo Tlatempa, El Freyz; Julio César Mondragón, El Chilango.

A Mondragón le han dedicado un mural en una pared completa, y en pintura permanece aún el rostro que le arrancaron sus plagiarios, un grupo de funcionarios de Iguala y narcotraficantes de Guerreros Unidos, según concluyó la CNDH.

Frente a esa barda se pone de pie Benjamín Galeano Morales, de 18 años, que en julio ingresó a primer semestre y por eso está rapado y todo sudado, porque los alumnos mayores lo ponen a hacer las peores faenas, más ahora que ha iniciado la temporada de cempasúchil y hay que labrar las tierras de la Normal antes del Día de Muertos.

Como Benjamín, a Ayotzinapa siguen inscribiéndose decenas de jóvenes nacidos en familias donde la pobreza parece ser un motivo tan contundente que no lo merma ni el recuerdo terrible de la "salvajada" cometida en Iguala, como la califica el ombudsman Luis Raúl González Pérez.

-Aquí puedo estudiar, puedo comer, la escuela me va a dar de todo. Decidí venir para hacer menor la crisis, el problema económico en mi casa; así ya no son tantos gastos allá, y aquí voy a seguir estudiando -dice Benjamín.

-¿Y no tienes miedo por lo que pasó hace cuatro años?

-A veces me pongo a pensar: "¿qué estoy haciendo aquí?", si puede que, en un momento inesperado, nos toque alguna represión y, ni lo quiera Dios, nos suceda lo mismo que a los compañeros. Pero yo vine por el simple hecho de que quiero seguir estudiando y quiero ser un maestro -explica.

Frente al retrato de El Chilango, que parece mirarlo entre flores dibujadas, Benjamín cuenta qué apodo le pusieron a él sus compañeros de la Normal.

-Me dicen El Inmortal, porque me parezco a otro compañero de segundo que también le dicen así.

Hay normalistas que no morirán.

LOS FAMILIARES: MÁS INDIGNADOS

"Bienvenidos a su escuela", le dice Felipe de la Cruz, vocero de los familiares de los 43 desaparecidos, al representante de la ONU Jan Jarab. Tras él, llegan el ombudsman Raúl González Pérez y los comisionados de la CIDH que asumieron supervisar la investigación del gobierno mexicano del caso Iguala y que ese día, 3 de septiembre de 2018, están en la Normal para entregar un informe sobre sus actividades.

Los padres y...

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