Bajo la protección de la Santísima

AutorSergio González Rodríguez

Por ejemplo, un folleto en miniatura sobre la Santa Muerte incluye una invocación a "don Pedrito Jaramillo" que, de acuerdo con Ortiz Echeniz, fue un curandero popular en Zacatecas en el siglo pasado. Curaba por medios tradicionales, con yerbas.

La antropóloga Ortiz Echeniz, autora de Una religiosidad popular en México: el espiritualismo trinitario mariano, recuerda que fue en 1978 ó 1979 la primera vez que supo del culto a la Santa Muerte en un altar. Lo vio en la casa de una oficiante espiritualista de Iztapalapa. En el espiritualismo-trinitario, la Santa Muerte expresa el concepto de un espíritu sagrado, el más potente después de Dios y de Jesucristo.

El culto contemporáneo a la Santa Muerte apareció en Hidalgo hacia 1965. Y está arraigado en los estados de México, Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Campeche, Morelos y el Distrito Federal (en el barrio de Tepito es de uso común entre los delincuentes o los comerciantes). También en Nuevo León, Chihuahua, Tamaulipas.

En la Colonia Buenos Aires, en la esquina de Doctor Andrade e Ingeniero Barajas Lozano, hay un altar que guarda nueve figuras diversas de la Santa Muerte. Detrás de ellas se lee la oración del tercer día de su novenario: "Jesucristo vencedor, que en la cruz fuiste vencido, vence a fulano... que esté vencido conmigo...".

La Santa Muerte se ha vuelto un rito de entrecruzamientos culturales donde confluyen usos heterodoxos del santoral católico y otras creencias alternas, como la santería. La Santa Muerte se vincula con la Virgen del Carmen: con Oyá, la Señora de los Panteones. Y colinda con el vudú y el satanismo. Y se le adora en consultorios, templos privados o altares con veladoras, flores, botellas de tequila.

Se cuenta que, tiempo atrás, hubo un santuario en la calle de Oslo, en la Zona Rosa, donde se rendía culto a la Santa Muerte. Un día desapareció. Resultaba molesto para algunos. Ante esto, los creyentes tienen remedios: si se quiere ocultar la imagen de la Santa Muerte, una rosa blanca puede suplirla.

Pero las personas que viven en situaciones de alto riesgo son quienes suelen portar un dije o un escapulario ostensible con aquella imagen. O un tatuaje en la piel. La llevan los militares, los policías, los narcotraficantes, los delincuentes, las prostitutas.

La Santa Muerte es un símbolo que identificaría a personas que viven en el umbral entre lo legal y lo ilegal, pero, de acuerdo con Ortiz Echeniz, también se le puede hallar en estratos altos de la sociedad. Cuenta...

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