Balkan en Chalco

AutorErika P. Bucio

ENVIADA

CHALCO.- Desde los balcanes a Chalco. Fanfare Ciocarlia, la banda rumana, irrumpe en el municipio mexiquense que ha sido etiqueta de la pobreza. Los músicos no aprecian diferencias. La pobreza vista en la periferia de la Ciudad de México les resultó familiar. Su música estalla sobre la noche en la plaza central de Chalco. También se parece a la rumana. Y la gente no para de bailar.

Asisten al Festival Cultural del Gran Señor Chalca, que sólo por tener a la banda, este año se adelantó de octubre a febrero. El trayecto hacia el municipio mexiquense dura poco más de una hora desde su hotel en la colonia Roma, al centro de la Ciudad de México. A pesar de que es viernes, han corrido con suerte: el tráfico vehicular aún no congestiona la salida a Puebla.

Nada más bajar de la camioneta, al llegar a la plaza municipal, los músicos encienden sus cigarros, estiran las piernas. "Hambre", dice Oprica Ivancea, el saxofonista, mientras se golpea el estómago. Habrá que esperar hasta las cuatro de la tarde, cuando terminen la prueba de sonido, para ir a comer.

En la plaza hay mucho bullicio, es día de mercado. Aunque el escenario ya está montado frente al Ayuntamiento, la banda aún no puede empezar a probar el sonido. Así que los músicos no lo dudan, deciden hacer por su cuenta una rápida inspección en el tianguis instalado frente al palacio municipal.

"Es como el bazar en Rumania", dice el trompetista Marion Bulgaru, mientras examina en uno de los puestos del mercado un par de tenis rojos Puma para su pequeño hijo de seis meses. Ni siquiera hace falta explicarle que no son originales. "Sabemos regatear", sonríe. El problema es que no trae pesos y sus euros no son aceptados. Todos salen con las manos vacías.

El sol cae a plomo. Los músicos están de vuelta en la plaza del Ayuntamiento. Oprica Ivancea se acerca a conversar con los músicos de los Brass Street Boys, la banda mexicana de música balcánica que servirá de telonera esta noche. El saxofonista tiene curiosidad por saber si es difícil ser un músico en México. Los chicos de la banda se alzan de hombros. Imposible responder. Ivancea decide que es hora de un primer brindis con los chicos. El vodka oculto en una botella de agua empieza a circular. "En dos semanas hablo español perfectamente", bromea. Y puede que sea cierto. Cuando estuvieron en España, algo aprendieron de español. Cuando el vodka se termina, Ivancea corta: "Ahora ya no, después de la prueba de sonido".

Uno a uno empiezan a subir...

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