Bertolucci, más que sexo

AutorJosé Arrieta

Al final del discurso que ofreció al ganar el Óscar al Mejor director por El Último Emperador, Bernardo Bertolucci, cineasta fallecido el pasado lunes, dijo que si Nueva York era la Gran Manzana, para él Hollywood era el Gran Pezón.

Citas aparte, la mayoría de las notas luctuosas exaltaban El Último Tango en París como uno de sus grandes logros, aunque no siempre por las razones correctas. El morbo alrededor de este filme, rompedor en su época y que sigue provocando cierto arqueo de cejas, es como un grito que oculta el discurso de este gran cineasta.

Heredero de Pier Paolo Pasolini, con quien debutó como parte del equipo que rodó Accatone, la obra de Bertolucci orbitó sobre lo social más que ninguna otra cosa. Incluso Soñadores, otra de sus obras recordada por sus escenas de índole sexual, fue calificada por el propio cineasta como una mirada a la forma en la que la burguesía catalogaba al acto.

CRECER ENTRE FASCISTAS

Bernardo Bertolucci nació en cuna de artistas. Su padre, Attilio Bertolucci, fue poeta y crítico de cine, también amigo cercano de Pasolini, ese comunista, ateo y homosexual que haría la mejor película de todos los tiempos sobre el Evangelio, según el Vaticano: El Evangelio Según San Mateo.

Nacido en 1941, su infancia transitó entre la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, etapas en las que Italia buscaba rabiosamente una identidad, que fluctuaba entre el comunismo de ciertos sectores, sobre todo el artístico, y los resabios de un fascismo que no se había diluido del todo.

Con sólo 16 años de edad, Bertolucci comienza a experimentar con el cine. A los 20 años, se convierte en asistente de cámara del gran Pasolini, y debuta un poco más tarde como director con La Comarca Seca (1962), cinta en la que se narra el asesinato de una prostituta desde distintos puntos de vista y basada en un relato corto del director de Mamá Roma.

A diferencia del Neorrealismo italiano, que se acercaba a las historias comunes de la gente, las historias de Pasolini y Bertolucci tenían una carga...

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