Biophilia bajo el microscopio
| Autor | Jesús Pacheco |
La cantante islandesa Björk se ha referido a Biophilia como un proyecto completamente distinto a todo lo que ha hecho antes y en más de una ocasión manifestó una preocupación: que su disco pasara como uno más.
"Lo es, pero también es muchas otras cosas", llegó a escribir en la revista Dazed & Confused. Le preocupaba que pasaran desapercibidas las distintas capas que constituían el proyecto o que no fueran tomados en cuenta los múltiples colaboradores que habían formado parte de él. Explicaba que Biophilia había tenido como punto de partida la idea de crear una escuela de música para niños en un edificio abandonado de Islandia.
"Luego se convirtió en una película en 3D, un centro de invención de instrumentos, una consola de juegos y un experimento de controlador de pantalla sensible y, al final, una caja de aplicaciones".
Contaba que Biophilia había unido a un elenco internacional de proveedores de ideas y de programadores de punta en la creación de su escuela virtual de música, con la que pretendía estimular no sólo a niños, sino a cualquiera que se interesara en musicología.
A unos días de su visita a México para participar en la Cumbre Tajín, El Ángel ha querido indagar en la labor de cuatro de los especialistas involucrados, a manera de botón de muestra de Biophilia, ese gran evento multidisciplinario calificado por The New York Times como uno de los más creativos, innovadores e importantes proyectos nuevos de la cultura popular, y cuyas canciones serán escuchadas por el público que asista a Tajín el 21 de marzo.
Se trata de dos personajes que formaron parte en la creación de instrumentos especiales para ejecutar la música de Biophilia y dos de los responsables del acompañamiento visual del proyecto: Matt Nolan, creador inglés de platillos que colaboró en la creación de un instrumento híbrido fusionando un gamelán y una celesta; Aron Koscho, pionero en la producción de bobinas de Tesla que construyó un sistema gemelo de bobinas para los shows en vivo; Drew Berry, creador de las animaciones que ponen imágenes al mundo molecular y al ADN de Björk, y Stephen Malinowski, compositor californiano encargado de generar una notación interactiva para Biophilia que formara parte de la aplicación para el iPad.
DE UNA ANIMACIÓN A UNA APP
El compositor californiano Stephen Malinowski suele citar un viaje de LSD musicalizado por las sonatas y partitas para violín de Bach en el origen de su obsesión por encontrar un nuevo tipo de partitura. Eso sucedió a mediados de 1974 y, desde entonces, ha combinado su carrera como ingeniero de software con la creación de equivalencias visuales para cada una de las notas.
Cuenta que cuando era muy joven, le frustraba no poder leer con fluidez las partituras, así que se dio a la tarea de comenzar a desarrollar maneras alternativas de ilustrar las notas.
"Si mis animaciones de la música son 'partituras' o no es un asunto de definición, pero aclaro que no pretendían reemplazar la notación musical en un contexto tradicional".
Malinowski ha documentado sus investigaciones en videos disponibles en YouTube. Así fue como Björk conoció su trabajo. Entonces envió a Derek, su mánager, a que lo invitara a colaborar en Biophilia.
"Mi primer contacto con ella personalmente fue en una cena en San Francisco, en marzo del año pasado, cuando su equipo estaba en California para reunirse con gente de Apple".
Malinowski compara la manera en que Biophilia llegó a él con el aterrizaje de la casa de Dorothy. Él se encontraba a la mitad de una animación para el último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven, la de la grabación del ensemble Philharmonia Baroque.
"Muchos de mis visitantes de YouTube la estaban esperando", recuerda.
Pero todo se interrumpió cuando llegó la propuesta de colaboración, incluso las tareas básicas de casa, como ir a la lavandería o aspirar la alfombra.
¿Cuál fue la propuesta de colaboración que te hicieron para este...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba