Bitácora de una aventura

AutorAlfredo Martínez

Considerado como uno de los más grandes atractivos de Estados Unidos de Norteamérica, el Parque Nacional del Gran Cañón es una excelente opción para vacacionar esta temporada.

El escenario rebasa los límites de la espectacularidad, y ha servido para que actividades como el rafting y el excursionismo se desarrollen de manera controlada y bajo los conceptos del turismo responsable.

Grandes personalidades como el Presidente Theodore Roosevelt lo visitaban frecuentemente y se preocuparon desde un principio por promoverlo y protegerlo.

Desde entonces se ha desarrollado una sólida infraestructura que ofrece servicios seguros y de alta confiabilidad a todo tipo de viajero.

El parque está dividido en dos secciones: North y South Rim, a un promedio de 2 mil 100 metros sobre el nivel del mar.

Las expediciones de rafting varían según el tiempo que quieras invertir y cuál de las dos secciones elijas. La primera comienza en Lees Ferry y finaliza en Phantom Ranch, donde inicia la segunda, que termina en Diamond Creek.

El trayecto

Para recorrer millones de años labrados en piedra, un grupo de expedicionarios de Canadá, Estados Unidos y México volamos a Phoenix, Arizona, donde rentamos un vehículo para viajar al poblado de Flagstaff, el punto de encuentro para quienes visitan el Gran Cañón.

Aquí se ubican los principales prestadores de servicios y es el lugar de donde parten las excursiones. Nosotros elegimos la compañía Canyon Reo, que nos proveyó de todo el equipo que, junto con la comida, va guardado en cajas de metal.

Al día siguiente subimos las cosas a una camioneta y nos dispusimos a disfrutar de las maravillas de la naturaleza.

Partimos rumbo a Lees Ferry, en el North Rim, que marca el comienzo oficial del Gran Cañón (este punto es conocido como Marble Canyon).

Ahí bajamos el equipo y lo organizamos en cuatro balsas. El primer desafío fue acomodar y amarrar cada una de las cajas, ya que tenía que ir perfectamente colocado para que no se cayera con el movimiento del agua.

Nos fuimos a dormir cansados y nerviosos pues al amanecer daba inicio la expedición. A la mañana siguiente el guardabosques nos dio una platica sobre las regulaciones del parque y la seguridad.

Algunas de ellas son: todo lo que entra al cañón tiene que salir; no se puede dejar basura, cortar leña o hacer fogatas; todos los desechos humanos se depositan en cajas; las áreas de campamentos deben quedar limpias, como si nadie hubiera estado ahí, y es obligatorio el uso de chaleco...

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