Bordar la memoria

AutorIsrael Sánchez

La maestra artesana Susana Hernández Núñez repartía su atención en terminar un bordado, enseñar a un par de jóvenes la puntada pata de gallo y atender a los clientes en el pequeño puesto del Museo de Culturas Populares.

Traía encima el desvelón: había salido a las 3:30 de El Dequeña, en el municipio hidalguense Tenango de Doria, para poder llegar a la expo venta organizada hace unos días por el museo; pese a ello, el cansancio no ganaba a la emoción de poder salir a vender sus textiles bordados a mano, los famosos "tenangos", por primera vez.

"Después de año y medio, es la primera salida que estamos haciendo", dijo Hernández Núñez, una de las cinco artesanas invitadas por el museo a vender sus artesanías.

"Pasamos algo muy difícil. Yo creo que para todos fue algo muy duro tanto psicológico, físico, moral y económicamente, sobre todo", lamentó.

Un periodo en el que, como mucha gente, debió buscar nuevas vías para sacar el trabajo adelante: desde recurrir a las redes sociales hasta crear nuevos productos.

"Ahorita con la pandemia, híjole, si no es por los cubrebocas que nos pusimos a hacer, hubiéramos salido en ceros", estimó.

Y aunque medir la magnitud del golpe económico es difícil, calculó que a su hogar han dejado de ingresar alrededor de 8 mil pesos mensuales.

Para algunas familias esto podría ser un complemento al aporte de los hombres, no así para otras que dependen al 100 por ciento de la remuneración de este trabajo, como en el caso de la maestra Alejandría Manilla Alarcón.

"Yo vivo con mis hijos, dependen tres niños de mí: uno en la universidad, uno...

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