El que busca... encuentra

AutorHaydé Murakami

Si es bien sabido que en México existen muy pocas librerías (menos de 360 en todo el país, según la Cámara Nacional de la Industria editorial Mexicana, Caniem) de más está aclarar que es más irrisorio aún el número de librerías especializadas.

A diferencia de muchos países europeos, Estados Unidos, Canadá, Chile y Argentina, que cuentan con asociaciones de libreros que se encargan, entre otras cosas, de apoyar al gremio y armar extraordinarias bases de datos a las que incluso se puede acceder vía Internet, en México apenas existe una que no sabe dar cuenta de cuántas o cuáles librerías especializadas existen, de si son pocas o muchas, o de si las hay siquiera.

Apostar por instalar una librería en el país donde se lee el ya famoso libro al año, y donde una cadena restaurantera, Sanborn's, se erige como la mayor vendedora de libros, ya de por sí supone un acto casi heroico.

Dueños de estos establecimientos coinciden en que los une, más que el afán de hacerse ricos de la noche a la mañana, un genuino y personal interés por difundir cierto tipo de publicaciones: religión, sexualidad, deportes, arte, arquitectura...

Mientras andan el difícil y solitario camino, estos libreros, empecinados desde el principio en un nicho, descubren el remedio después de haberlo aplicado instintivamente: la debilidad de las "megastores" yace en la baja calidad de su oferta y en su incapacidad de brindar un servicio personalizado y de seguimiento, lo único que les queda a las pequeñas librerías es adquirir una personalidad, ya sea por por la especialización de su oferta o por la calidad del servicio que ofrecen.

'Casi un apostolado' Había que convertirse en una librería no sólo especializada, sino también especial, como cuenta Fernando Díaz de la Serna, director general de Nalanda Libros, donde se encuentran textos de las grandes tradiciones (budismo, hinduismo, taoísmo, judaísmo, cristianismo, islamismo), psicología humanista, mitología y otros temas de búsqueda espiritual, que consiguió gran aceptación desde que abrió sus puertas en 1992.

"Esto es casi un apostolado, como una misión de apoyar la cultura del libro de alguna manera. La situación de un país que no lee se empeora si no hay librerías, por eso hay que ver la posibilidad de abrir más, una tarea nada fácil que requiere dedicación de tiempo completo", dice Díaz de la Serna, quien abandonó las artes plásticas para dedicarse a Nalanda.

"Me di cuenta que las librerías generales no tenían satisfecha la...

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