Busca durante 8 años a su hija secuestrada

AutorYáscara López

Para Manuel Ramírez los últimos años han sido una larga búsqueda desde que secuestraron a su hija: primero encontró a sus plagiarios, quienes ya se encuentran purgando una pena en prisión, pero a ocho años de lo ocurrido no ha logrado descubrir dónde está Mónica.

El 14 de diciembre de 2004 Mónica Alejandrina Ramírez Alvarado, de 20 años, salió de su casa en el pueblo de San Agustín, Ecatepec, Estado de México, rumbo a la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, donde estudiaba psicología. Debía entregar un trabajo, como no llegó sus amigas empezaron a buscarla. Allí empezó el calvario.

Los secuestradores de la joven se comunicaron con la familia cuatro días después, pero las únicas tres ocasiones que hicieron contacto fue a través de mensajes SMS desde el celular de Mónica.

La desesperanza aumentó cuando un mes después del plagio la familia recibió una llamada de un hombre desconocido que les dijo que a su hija la prostituían en un bar de Oceanía. Dos meses después una llamada desde Tijuana los alertó porque aseguraban que habían visto a Mónica en un antro de la zona.

Aunque miembros de la desaparecida Agencia Federal de Investigación (AFI) se instalaron en su casa más de dos meses no hicieron nada, insistían en esperar una llamada telefónica. Manuel, desesperado, con ayuda de un investigador privado, sacó la relación de llamadas que se hicieron del teléfono de su hija días antes y después del plagio.

Sus investigaciones revelaron que Juan Martín Contreras Hernández, amigo de Mónica y la última persona que habló con ella, estaba haciendo llamadas con el celular. Proporcionó la información a la agente del Ministerio Público que llevaba el caso, María Tersa Puga, pero nunca ordenó investigarlo.

Otro de los secuestradores de Mónica fue identificado como Marlon Gaona.

"El padre de Marlon (Martín Gaona, un policía ministerial de la Procuraduría mexiquense) tenía poder, por eso nunca me hicieron caso en el Edomex, yo iba a denunciar a la boca del lobo, eran unos...

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