De la butaca al escenario

AutorErika P. Bucio

En la fronteriza Tijuana, la única posibilidad para Guadalupe Paz de disfrutar por vez primera una ópera en vivo estaba en la vecina ciudad de San Diego.

El estreno estadounidense, en 1994, de La hija de Rappaccini, de Daniel Catán le causó asombro. Cantaban Fernando de la Mora y Encarnación Vázquez.

Casi 25 años después aún recuerda el vestido color vino y hampón de la mezzosoprano, pero, sobre todo, esa pregunta que se hacía, a sus 12 años, atentísima al escenario: "¿Cómo le hacían para cantar tanto tiempo?".

Paz (Tijuana, 1982) vuelve a la Ópera de San Diego este año, ya no como espectadora sino para cantar el rol de Mercedes en la ópera Carmen, de Bizet.

"Un sueño hecho realidad", dice en entrevista, en el Palacio de Bellas Artes, sitio que ha sido una presencia constante en su carrera desde 2008, cuando debutó con Eugene Onegin, de Tchaikovsky, resultado del segundo lugar en el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli.

El triunfo le inyectó ánimos, en medio de una crisis vocacional mientras estudiaba canto en Italia. En 2018, protagonizó La italiana en Argel, con la Compañía Nacional de Ópera y despidió el 2018 con su participación en El murciélago.

La opereta de Johann Strauss hijo le ha permitido relajarse en el escenario, concentrarse más en la actuación. Una libertad que no puede permitirse con Rossini, el compositor cabecera de su repertorio, siempre demandante, y al que no piensa abandonar.

"Ha sido una escuela de canto", asegura la mezzosoprano...

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