Conexión/ Bután: Paraíso prohibido para quien no pague 200 dólares diarios

AutorJosé María Alonso-Rodríguez

En Bután no existe la prisa. Sus casi 2 millones de habitantes se dedican a producir lo estrictamente necesario y el resto del tiempo es para vivir, sin más preocupaciones. Su Monarca, Jigme Sigye Wangchuck, aún conserva el carácter semi divino de las sociedades medievales y es a la vez el amo y señor de sus súbditos y el padre de todos los butaneses.

Pero en Bután no es oro todo lo que reluce. El último informe anual de Amnistía Internacional denuncia la existencia de presos de conciencia y abusos por parte de las autoridades policiales, malos tratos y torturas contra los opositores al férreo régimen de los monarcas butaneses.

El sistema de Gobierno vive ajeno a las estructuras políticas modernas: no existe una Constitución, aunque el país se define como una Monarquía Constitucional. Los 150 miembros de la Asamblea Nacional, presidida por el Rey, se encargan de legislar.

Es el pueblo quien elige a los Asambleístas y a los miembros del Gobierno, también presidido por el Rey. Pero el sufragio no es individual, cada familia tiene un voto a nivel de aldea.

Proteger las costumbres butanesas de las influencias de la llamada globalización es desde hace 50 años uno de los principales retos de la oligarquía del país: visitar Bután cuesta 200 dólares diarios.

Esto, además de proporcionar una rentable fuente de ingresos, hace que solamente 6 mil "bárbaros" al año penetren en el país, la mayor parte de ellos alpinistas que llegan a escalar las misteriosas cumbres del Himalaya butanés.

Pero Bután no sólo está atrapado por las montañas, también lo está por sus dos grandes vecinos: la India y China. Si los butaneses continúan conservando su independencia es precisamente por el formidable escudo que suponen sus montañas.

Esta obligada introspección ha hecho que la ya gran espiritualidad que domina la vida en Oriente sea en Bután aún más marcada. La religión, el budismo lamaísta, rige toda las actividades.

Los monasterios, algunos de ellos milenarios, están pensados como fortalezas, como los antiguos castillos medievales, enclavados en paredes casi verticales que favorecen la defensa ante posibles ataques.

El deporte nacional es el tiro con arco. La habilidad en el manejo de este arma, considerada la más noble de todas, es la forma de escalar en la rígida estructura social butanesa. Precisamente, este sistema medieval, anacrónico para muchos, es el detonante de las disputas en Bután.

Algunos jóvenes que han estudiado en Europa y Estados Unidos han denunciado la situación y el Gobierno no permite grietas.

Un preso de conciencia permanece encarcelado desde 1989, cumpliendo cadena perpetua. Durante 1999...

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