Un caballero de bata blanca

AutorAlina Midori Hernández

GUADALAJARA.- Aunque es un caballero chapado a la antigua, su amor por la profesión ha llegado más lejos que los cambios de época. Mario Rivas Souza afirma que después de tantos años vividos ya no le quedan sonrisas, pero sin darse cuenta se le escabullen cuando habla de su mujer. Con ella ha compartido el paso de los años y juntos han ido llenando de recuerdos su casa.

En las paredes de la sala se hayan colgados decenas de reconocimientos, menciones, premios y trofeos por su trabajo como médico forense.

Sentado en la silla que le heredó su madre, su mueble favorito, el especialista de 84 años relata los pasajes de una vida plena, llena de logros.

SU GENERACIÓN

En la plática, Rivas Souza rinde homenaje constantemente a su alma mater, la Universidad de Guadalajara, donde pasó 60 años, primero como estudiante y luego como docente.

"La Universidad era muy pequeña. De los que entramos a la Escuela de Medicina, el grupo total en mi generación éramos 40, toda la generación. O sea que éramos muy poquitos, ahora son tantos que ya ni los conoce uno".

En las páginas de su memoria están escritas dos fechas: 20 de diciembre de 1952, el día en que egresó; 1 de marzo de 1953, día en que el doctor Miguel Quezada Ochoa le ofreció trabajar en Medicina Legal como Secretario del Servicio Médico Forense (Semefo). Para mantener las anécdotas vivas, Rivas Souza y sus compañeros de generación acostumbraban reunirse el último sábado de cada mes, pero últimamente no ha podido asistir porque su estado de salud le impide desplazarse. Aunque su memoria no tiene impedimentos y se remonta a sus años de estudiante: "En aquel entonces sí había 'grajeadas' y nosotros íbamos y nos escondíamos en el Panteón de Belén y allá iban y nos perseguían, y nos 'apedreaban' con guayabas los que estaban en años superiores. Ya después pasaron a la historia las famosas 'grajeadas'. Nos pintaban de chapopote, nos llevaban medio desvestidos hasta Palacio de Gobierno", recuerda.

EL DEPORTISTA

Mientras cursaba la licenciatura, estuvo en la selección de basquetbol. Mario "El Enano" Rivas, fue el apodo que le pusieron sus compañeros, en ánimo socarrón, pues su estatura era de 1.90 metros.

A la par de sus hazañas de juventud, también guarda un profundo agradecimiento a la exigencia de sus maestros, médicos que han pasado a la historia como leyendas de la Medicina.

"Los profesores que yo tuve fueron verdaderamente profesores, como el maestro Mendiola, Esteban Cueva Brambila, los Ruiz Sánchez...

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