Cambian la historia del paisaje urbano

REFORMA/ Redacción

Si el barco que condujo a Tatsugoro Matsumoto de Japón a Perú en 1892 no hubiera pasado por México, el paisaje que usted mira por su ventana sería muy distinto. No habría jacarandas, hortensias, camelias, bugambilias rojas, bugambilias blancas, ni tampoco muchas variedades de tulipanes, narcisos, gladiolos, crisantemos, azaleas y rosas. En la avenida de Las Palmas no habría palmas.

Cuando Matsumoto era jardinero imperial en Tokio, fue contratado por el ministro de Hacienda de Perú para diseñar un jardín en aquel país sudamericano. "Al hacer escala en México", cuenta su bisnieta Marie, "se dio cuenta que la gente de estas tierras tenía un aprecio especial por las flores y las plantas. Algo sintió mi bisabuelo en los pocos días que estuvo aquí: intuyó la predilección de los mexicanos por las flores".

A su regreso del Perú volvió a pasar por México y decidió que quería vivir aquí. Viajó a Japón, vendió sus bienes y le dijo a su esposa y a sus hijos: "Cuando haga fortuna, regreso por ustedes". Tenía 31 años.

No volvió a poner un pie en Japón, murió en la Ciudad de México a los 94, pero fundó el más grande emporio de flores y jardines que el País haya conocido.

La casa Matsumoto está reconocida por la Cámara de Comercio de desde 1898. Porfirio Díaz, Alvaro Obregón, Manuel Avila Camacho, son algunos de los ex Presidentes que requirieron los servicios del ex jardinero imperial.

El hijo mayor de Tatsugoro, al ver que pasaba el tiempo y su padre no regresaba, viajó a México en su busca. Lo encontró instalado en la calle de Colima 92, en la colonia Roma, el mismo lugar donde todavía hoy está la casa matriz de Matsumoto. Lo único que su padre había logrado acumular eran deudas.

"Sanshiro, mi abuelo, le dijo a su padre 'Vamos a trabajar y a pagar todo lo que debes'", relata Marie. "Sanshiro sí tenía olfato para los negocios. Mi bisabuelo siguió diseñando jardines y mi abuelo se dedicó al cultivo de flores y plantas. Tardaron diez años en saldar sus deudas y se quedaron en México".

Sanshiro Matsumoto era un hombre estudioso y emprendedor. A través de los libros aprendió acerca de unos árboles brasileños que en primavera dan flores moradas y alfombran los jardines: las jacarandas.

"No es que mi abuelo haya ido a Brasil a traerlas, sino que por sus lecturas conocía en qué clima y en qué época se daban. Dedujo que en México prenderían bien y que las flores durarían más, porque aquí no llueve en primavera. Mandó traer las semillas y la...

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