Tiempo de Negocios/ Con la salida de Camelo negociará Pemex contrato colectivo sin operador político

AutorDarío Celis Estrada

La salida de Julio Camelo Martínez de la dirección administrativa de Pemex fue vista como una pérdida política sensible para el equipo del Presidente Vicente Fox, justo en un periodo delicado para esa paraestatal.

Y es que aún no cicatrizan las heridas con el Sindicato Petrolero por el asunto del Pemexgate, cuando este mismo año la dependencia que dirige Raúl Muñoz tendrá que renegociar un nuevo contrato colectivo de trabajo.

Durante los 2 años de esta administración, Camelo hizo posible que en los momentos más candentes del conflicto desatado por las presuntas aportaciones al PRI, sindicato y empresa estuvieran más o menos armonizados.

Incluso en el trance de mayor tensión que se vivió en septiembre del año pasado, por la amenaza de huelga, los puentes que se tendieron permitieron el diálogo con Gobernación, Trabajo y la misma Presidencia.

Durante ese periodo Muñoz Leos mantuvo una imagen pública muy aceptable, derivada de su actuación discreta y eficaz, apoyada en todo momento por la operación política que desarrolló Camelo Martínez.

Sin embargo parece que las cosas cambiaron y ahora ya no se requiere de oficio y trabajo político para enfrentar la revisión del contrato colectivo con ese influyente sindicato, sino de un perfil más técnico.

Los analistas creen que las huestes foxistas están cayendo en el error de que ahora se toparán con un sindicalismo menguado y relativamente fácil de doblegar a la hora de la negociación laboral.

Si el cálculo falla, serán muchas las consecuencias: mayor presión del sindicato para obtener más prebendas y estados eminentemente petroleros en riesgo de que se rebelen con la administración de Pemex.

Nos referimos a entidades como Tabasco, Veracruz, Campeche, Oaxaca y Tamaulipas, en los que Julio Camelo coordinó esa relación a través de políticas y acciones institucionales de apoyo a programas de desarrollo social.

Ese buen clima permitió que los limitados recursos destinados al bienestar social fueran mejor canalizados, desactivando los conflictos y la animadversión natural que la irrupción agresiva de Pemex genera en las comunidades.

En plena etapa electoral, la presión y las exigencias para Pemex en los estados con mayor presencia petrolera es un reto de carácter eminentemente político, que tendrá que enfrentarse ahora sin la presencia de un operador nato.

Pero más aún, en una situación nacional caracterizada por el decaimiento económico, la carencia de empleo y múltiples necesidades sociales insatisfechas...

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