Como cárcel de 'juguete'

AutorLeticia Fernández

Están ahí porque han robado, agredido, quizá violado y hasta matado, pero no son delincuentes. Permanecen encerrados a piedra y lodo: Hay altas bardas, custodios y uniforme, pero no es una cárcel.

Hay reglas estrictas, pero también historias de fugas y reincidencias. Se trata de los Centros de Atención para Menores Infractores, donde los niños y adolescentes que se han portado de una manera antisocial deben aprender a comportarse.

Los centros, que dependen del Consejo de Menores, pueden ser escuelas para "reformar" o centros especiales, donde los menores infractores reciben tratamiento.

A ellos ingresan menores infractores mayores de 11 años de edad y menores de 18, quienes son puestos a disposición del Consejo de Menores, la institución encargada de instruir el procedimiento, resolver su situación jurídica, así como ordenar y evaluar las medidas de tratamiento.

A diferencia de los adultos que cometen un delito, los cuales enfrentan un proceso penal y son condenados con la pena privativa de la libertad, los menores infractores viven bajo un régimen de vigilancia y orden, además de que el tratamiento es personalizado con el apoyo de la familia.

Sin embargo, también el adolescente recibe terapias en externación, es decir, el Consejero Unitario -que podría ser equivalente a un juez- entrega a los tutores su vigilancia y cuidado. Otros más son clasificados de acuerdo a la edad, estado sicológico y comportamiento antes de ser enviados a los Centros de Tratamiento.

Estos sitios son un mundo secreto para el ciudadano común y, por respeto a la integridad de los menores, lo que ahí ocurra en cuento a conductas, rutinas y tratamientos se queda adentro.

Pero las historias de violencia extrema suelen traspasar el muro de la secrecía.

Daniel ingresó a la Escuela para Menores Infractores con Problemas de Aprendizaje para recibir tratamiento, luego de ser acusado de robar algunos objetos en la vía pública. Permaneció interno más de un año, hasta que decidió evadirse.

Tenía apenas 15 años cuando reincidió. No se trataba de un robo sino del secuestro, violación y homicidio cometido contra su prima de nueve años, la única hija de su tío que apenas había cobrado 150 mil pesos por su pensión.

En complicidad con otras personas, Daniel invitó a su prima a la tienda. En el trayecto la condujo hasta un cuarto donde la mantuvo cautiva, mientras negociaba el rescate.

La víctima, mientras, fue golpeada y quemada con cigarro, fue violada en repetidas ocasiones hasta que sus agresores, entre ellos su primo, la asesinaron.

Las investigaciones policiacas señalaron a Daniel como responsable, por lo que nuevamente fue canalizado al Consejo de Menores y posteriormente internado en el Centro de Atención Especial "Dr. Alfonso Quiroz Cuarón", el equivalente a una penitenciaría para adultos, donde aún recibe tratamiento.

Como Daniel, 2 mil 516 menores...

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