Carlos Bravo Regidor / Aeropuerto: símbolo y laboratorio

AutorCarlos Bravo Regidor

A la promesa anticorrupción del lopezobradorismo le está llegando su momento de la verdad. Desde la oposición fustigó sin descanso tanto al presidente Peña Nieto como a sus cómplices. Y supo convertir su cinismo, sus excesos y omisiones en la materia, en una legítima y poderosa arma electoral en su contra. Pero cuando López Obrador asuma formalmente el poder ya no bastará con acusar la corrupción de los otros. Tendrá que demostrar, asimismo, que él y los suyos de veras pueden gobernar diferente. Que no incurrirán en lo mismo que denunciaron, con sobradas razones, cuando eran oposición.

Durante la campaña presidencial López Obrador usó el tema del aeropuerto como una pantalla. Un poco como Trump con el muro, logró que sobre él se proyectaran buena parte de los miedos y las esperanzas que inspiraba su candidatura. Así, hizo que el aeropuerto adquiriera nuevas capas de significado. Que representara una imposición autoritaria, un negocio privado con dinero público, una muestra del sometimiento del poder político al poder económico, etcétera. En un sentido amplio, pero a la vez concreto, el lopezobradorismo transformó el aeropuerto en un símbolo de la corrupción del gobierno de Peña Nieto.

Con la cancelación de dicha obra el Presidente electo quiso mandar un mensaje de fuerza y cambio. Aquí mando yo y las cosas ya no serán como antes. Pero la decisión le crea dos problemas. Por un lado, liquidar un complejo proyecto multimillonario que llevaba 30 por ciento de avance; por el otro, darle viabilidad a la supuesta alternativa. Sobre ambos problemas, si es congruente con su propio mensaje, López Obrador tendrá que asumir plena responsabilidad (manda él) y resolver de un modo intachable (no como antes). Así, lo que fue un símbolo de la corrupción de Peña Nieto será, a partir de ahora, un laboratorio de la promesa anticorrupción del lopezobradorismo.

Los resultados iniciales en ese sentido distan de ser ejemplares. Primero, porque la consulta careció de un marco institucional que le diera legalidad, transparencia y certeza. Se trató, como lo resumió mi colega Claudio López Guerra, más de un ejercicio de democracia dirigida que de democracia directa. Y segundo, porque la gestión posterior ha sido, por decir lo menos, confusa y...

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