Carlos Bravo Regidor / Ni estatista ni de izquierda

AutorCarlos Bravo Regidor

AMLO es una figura complejísima, que desafía incluso las categorías más elementales. A pesar de la simplicidad, ya sea espontánea o calculada, que suelen tener sus ideas, su discurso o sus decisiones, no es fácil situarlo en las coordenadas habituales del espectro político. Siempre hay un pero, un no obstante, que impide ubicarlo con claridad en determinada tradición o escuela, en la familia de una u otra corriente de pensamiento o acción. Es un político nato y, al mismo tiempo, netamente inclasificable. Apologistas y detractores insisten en tratar de etiquetarlo con términos que acaban definiéndolos mejor a ellos que a él, haciendo más patentes sus querencias o antipatías que haciéndole justicia -analíticamente hablando- a la peculiar ambigüedad del personaje y, en buena medida, de su gobierno. A continuación lo explico con dos ejemplos.

"Estatista". Más que una descripción es una alarma, muy de cierta derecha libertaria, para la que cualquier alternativa a los dogmas más recalcitrantes del mercado constituye por definición una amenaza a las libertades, un peligroso deslizamiento por la inexorable resbaladilla que tarde o temprano desemboca -según la reductio ad absurdum que habita en el corazón de esa filosofía para la que todo lo público es sinónimo de dictadura- en la pesadilla comunista. No es solo un exceso ideológico, además es un error empírico. Porque si AMLO fuera de veras estatista, como lo fue Franklin Delano Roosevelt, a quien no se cansa de decir que admira pero al que nunca imita, su gobierno sería muy distinto. No hubiera cancelado una obra de infraestructura como el nuevo aeropuerto de la CDMX a un costo estratosférico para las finanzas públicas. No maltrataría como maltrata a la administración pública: reduciendo salarios y prestaciones de sus trabajadores, imponiendo recortes presupuestales draconianos y a rajatabla, desapareciendo instancias y oficinas sin considerar su impacto en la capacidad operativa del propio gobierno. Los estatistas crean instituciones y fortalecen los servicios públicos, no se dedican a desmantelarlos. Y no haría nada de eso acusando corrupción pero sin hasta la fecha haber llamado a cuentas a nadie ni pretextando que es mejor...

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