Carlos Bravo Regidor / Temporada de sapos

AutorCarlos Bravo Regidor

Mientras Trump sea Presidente no habrá estabilidad en la relación entre los gobiernos de México y Estados Unidos. No puede haberla. López Obrador probablemente insistirá en guardar las formas, eludir una confrontación abierta, aguantar desplantes y maltratos para intentar llevar la fiesta en paz. Porque, en su posición, eso es lo que tiene que hacer. Trump, sin embargo, seguirá arremetiendo contra México y los mexicanos, azuzando el encono de su base electoral contra la migración y el libre comercio, creando desconcierto, disrupción e incertidumbre entre los dos gobiernos. Porque, en su posición, eso es lo que quiere hacer. Cada uno está en su papel, no sólo por sus distintas personalidades o por el beisbol de su política interna sino, también, por la ineludible asimetría de poder entre ambos países. Tucídides podría haberlo escrito el viernes pasado, a la orilla del Potomac, cuando aterrizaba la delegación mexicana en D.C.: "los fuertes hacen lo que quieren; los débiles sufren lo que tienen que sufrir".

Repito: no hay ningún escenario positivo para el gobierno mexicano mientras Trump siga despachando en la Casa Blanca. Solo hay escenarios regulares, malos o pésimos. López Obrador no eligió tener este problema (eligió otros, como cancelar el nuevo aeropuerto, combatir el robo de combustible o construir la refinería en Dos Bocas). De hecho, la relación con Estados Unidos nunca ha estado entre sus prioridades. Pero eso no significa que pueda ignorarlo o pretender que se trata de un problema menor. Está ahí, es grave y seguro empeorará conforme se acerque el 2020. Porque el reloj ya está en marcha. Los aranceles contra productos mexicanos, en supuesta represalia porque México no hace más -según Trump- para detener el flujo de drogas y migrantes indocumentados, entrarían en vigor el 10 de junio. Trump hará el lanzamiento formal de su campaña por la reelección presidencial el 18, una semana después. Y el 26 empiezan los debates entre los precandidatos demócratas. Sus tiempos, en otras palabras, nada tienen que ver con el comercio, las drogas, ni los migrantes, con lo que pase en México, en la frontera o con lo que haga o no López Obrador: son los tiempos del proceso electoral estadounidense.

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