Una casa de amor

AutorAmérica Juárez

Hasta hace algunos años, en la problemática de los niños de la calle las niñas no figuraban, entre otras cosas porque muchas mimetizaban su apariencia para protegerse del medio hostil en el que se desenvuelven. Con el nacimiento de primeras, segundas y hasta terceras generaciones de bebés en la calle, las instituciones que trabajan con esta población tuvieron que comenzar a desarrollar programas de atención específicos para ellas, que tienen su propio lenguaje y necesidades.

El 25 de noviembre de 1997, día en que se celebra internacionalmente la no violencia contra las mujeres, las niñas y los niños, nació Fundación Dar y Amar, mejor conocida como Casa Daya, una iniciativa de Vicki Díaz, quien había realizado servicio como voluntaria con la Madre Teresa de Calcuta.

La institución de asistencia privada inició con una pequeña casa en Cuajimalpa para 12 niñas; desde un principio se plantearon crear una organización de alta calidad en la atención y eficaz resultado social.

"Cuando los niños y niñas crecen, como ya no tienen medios de manutención dadas las condiciones de la calle, muy pronto se vuelven gente que delinque. Por ello, había que atender a las niñas, darles casa, alimentación, vestido, sustento, amor y trabajo espiritual, y cuidarnos de no contribuir a hacer crónico el problema", comenta Guillermina Guevara, coordinadora general de Casa Daya.

En muchas instituciones se les permite a las niñas entrar y salir, entonces aprenden a manipular a las instituciones, obtienen lo que quieren de ellas y no se comprometen con ningún proyecto.

A esto se suman los cambios que ha habido a finales de esta década en lo que se refiere a adicciones. Antes los niños y niñas consumían marihuana, inhalantes; ahora usan unas gotas que se ponen en los ojos, productos de laboratorios, crack, que es altamente adictivo y destruye los neurotransmisores, causando un daño irreversible. Por otro lado, se han convertido en poliusuarios: consumen lo mismo alcohol, que marihuana, cocaína y otras drogas.

"Para las instituciones que trabajamos con las niñas, atender los niveles de adicción, aparte de sacarlas de historias de violación, explotación, la relación con la pareja, es un trabajo que requiere de especialistas.

"Creo que vale la pena que todos pensemos qué estamos haciendo con la infancia de nuestro país. Quien recibe violencia la regresa", subraya Guillermina.

De hecho, ya existe un alto índice de niñas que están ingresando al Consejo Tutelar e incluso al...

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