Un casino apostado

AutorFabián Muñoz

Aguascalientes / Aguascalientes

Cuando se debate la apertura de casinos en el país, en esta ciudad opera de manera temporal, durante la Feria Nacional de San Marcos, el único casino en México, caracterizado por historias de grandes apuestas y grandes desfalcos en jugadores, así como la sombra sobre las ganancias que genera.

Ubicado en el corazón del perímetro ferial, el casino, instalado en un edificio de dos plantas con 10 mil metros cuadrados, con planta de luz propia para evitar apagones y una buena cantidad de guardias privados, cuenta con historias que van de las fortunas perdidas en unas horas, a la visita de artistas, políticos e, incluso, algunos narcotraficantes.

A sus 35 años de trabajar como tallador en el único casino que tiene una tradición de casi 100 años en la feria, Jorge comenta, con gesto de hastío, que pocas cosas le sorprenden en su oficio, ya que ahí dentro ha visto de todo.

"Ahora hay cheques, pero me llegó a tocar que entraban con un portafolio repleto de billetes, no de pesos, eso no es nada, digo de dólares, ¿se imagina? Aquí en una mesa de éstas vi a un sujeto con guaruras y todo, perder 2 millones de dólares en el bacará", comentó el tallador.

Martínez va y viene de las salas del segundo piso, donde se apuesta a lo grande; tan sólo a dos mesas del lugar donde trabaja, un hombre de unos 51 años, con su esposa y dos hijos, apuesta 5 mil pesos en fichas por cada partida de minibacará.

"He visto cómo traen hasta títulos de propiedad. Los que de plano se lo juegan todo, se van a la oficina de créditos y se arreglan para seguir apostando", comentó, "pero aquí a nadie le ponen una pistola enfrente, juegan hasta donde quieren, es por su gusto".

Otro compañero suyo añade, tímido, que hace cinco años vio perder 600 mil pesos a valor actual en una sola partida a un sujeto que se fue sin un centavo del edificio.

En la planta baja, donde las apuestas de ruleta van desde los modestos 10 pesos, Ernesto está por terminarse los 4 mil pesos que comenzó a apostar hace apenas un par de horas.

"Aquí nunca gana uno", dice con tristeza, mientras da un trago a su cuba libre y pone unas fichas en el tablero de fieltro verde, y el disco de la ruleta comienza a girar.

"Juego cada año aquí, lo mejor que me va es salir tablas", agrega.

Los años y la experiencia

Con unos 58 años de edad, Hernández no se explica por qué juega. Le gusta, explica, y ya con los años le ha dado la experiencia de saber cómo no perder tan rápido y, a veces, hasta...

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