'Cazan' sin planearlo a lavador colombiano

REFORMA / Staff

La Policía Federal nunca imaginó a quien tenía en sus manos cuando presentó al colombiano Mauricio Harold Poveda, "El Conejo", y a sus acompañantes el 5 de noviembre de 2010.

Era un hombre que para las autoridades federales es quizá la figura más notable del lavado de dinero del narcotráfico en las últimas dos décadas.

Su nombre es Alejandro Martínez López, hijo de una jubilada, practicante de la religión hinduista, ex gerente bancario y dueño de centros cambiarios. Un ex convicto implicado en el blanqueo de inversiones de Miguel Ángel Félix Gallardo y llevaba una década a salto de mata por mover por todo el mundo dinero de Vicente Carrillo Fuentes, "El Viceroy".

Luego de la "Operación Marquis", desplegada por México y Estados Unidos, contra sus casas de cambio, Martínez escapó.

En los años previos, se presume que prestaba sus servicios a los Beltrán Leyva y al Cártel del Valle del Norte. Siempre había sobrevivido a sus clientes y persecutores, hasta hace cinco meses.

Cuando la Policía Federal lo presentó ante la prensa, no informó de su verdadera identidad y dijo que su nombre era Víctor Hugo Santos Lozano, quien acompañaba a "El Conejo" y a su novia Juliana López, al momento de ser capturados en el DF.

"Mi verdadero nombre es Alejando Martínez López y actualmente uso el nombre de Víctor Hugo Santos Lozano, en razón de que tengo conocimiento de una orden de aprehensión por el delito de lavado de dinero", declaró a la SIEDO, el mismo día.

Según el expediente PGR/SIEDO/UEIDCS/003/2011, el pasado 4 de noviembre "El Conejo" citó a Martínez en un local de fresas con crema, por el Ajusco. Llegó después de las 16:00 horas y 20 minutos más tarde, arribó la Policía Federal para detenerlos.

Una década atrás, según los informes, una tarjeta con tres teléfonos de Arthur Ventura Junior, un agente de la DEA entonces asignado en México fueron hallados en un cateo en las oficinas de Martínez en la Zona Rosa.

De cajero a accionista

Magdalena Pineda Trinidad, una mazatleca nacida el 31 de octubre de 1945, se enamoró a mediados de los años 80 de Daniel González Reyna, un traficante colombiano que en México era contacto del grupo delictivo que desde Guadalajara comandaba Miguel Ángel Félix Gallardo.

En 1986, el sudamericano pidió a la sinaloense ayuda para invertir su dinero en diversos negocios en México. Ella sugirió los centros cambiarios como una de las primeras opciones para lavar y reinvertir las ganancias.

El nivel de conexión de Pineda...

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