Celebra Silvio Zavala cien años de historia

AutorSilvia Isabel Gámez

A su primogénita, María Eugenia, don Silvio Zavala le prohibió que fuera historiadora. No quería más en la familia. "Decía que la historia no daba para comer", recuerda su hija bajo la mirada sonriente de don Silvio.

En la casa que su padre, Arturo Zavala, construyó para sus cinco hijos, el historiador yucateco pasa los días tomando el sol, escuchando música clásica -ahora prefiere a Beethoven, tras una larga temporada de serle fiel a Las cuatro estaciones de Vivaldi- y viendo películas de Cantinflas. "Son muy buenas".

Don Silvio cumple mañana cien años, sano y lúcido. Y aunque afirma que a su edad "lo contento está restringido", le alegra el homenaje que se le rendirá hoy en El Colegio de México, que presidió de 1963 a 1966, antes de marchar a Francia como Embajador.

Riguroso en el trabajo, distante como profesor, y cordial y discreto en el trato, fue un padre que enseñó a sus hijos a ser disciplinados, a apreciar el arte y a conocer el valor del deporte, que siempre practicó.

"A las tres hijas nos impulsó a estudiar; mientras que a mis primas no las dejaban, él nunca tuvo esa mentalidad. Quería que nos formáramos en universidades del extranjero".

Su vocación cosmopolita y viajera la transmitió a sus cuatro hijos, al grado que viven en países distintos. María Eugenia, demógrafa, radica en París. A don Silvio lo cuida desde hace una década la señora Irene. Ella le lee el periódico y lo lleva a ver las flores y los pájaros cuando hay sol.

Este sábado, sus hijos y su esposa, Huguette, estarán a su lado para celebrar su centenario. Le han organizado una comida familiar con los parientes más cercanos, alrededor de cien, como sus años.

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Don Silvio nunca quiso escribir sus memorias. A otros les tocará hacer su biografía, rescatar pasajes, como cuando jugó de delantero en el equipo de la Escuela Modelo en Yucatán, junto a Guti Cárdenas y Arturo de Córdoba. Un equipo que también hizo historia al ganar en 1927 el campeonato de primera división amateur, recuerda con orgullo el profesor Ariel Avilés, director de Educación Básica de la Escuela Modelo, donde el historiador cursó la primaria.

Otro capítulo sería su salida de Madrid en 1937, tras el estallido de la Guerra Civil. El historiador americanista había viajado a España seis años antes para doctorarse en derecho en la Universidad Central, y después se quedó para trabajar en el Centro de Estudios Históricos.

Hay un detalle de ese día que aún no olvida. "Figúrense ustedes, yo era neutral, no se...

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