César Athié: Del quirófano y el baile

AutorDulce Soto

Del doctor César Athié Gutiérrez se puede decir que "baila cumbia, tango y chachachá", aunque pocos lo crean.

El traje oscuro, la mirada fija y el gesto serio contrastan con la sonrisa apenas perceptible que muestra al confesar que le encanta bailar.

"La música me gusta mucho. Desde la música tropical que te impacta, te estimula, hasta la música clásica", comparte.

Sentado en la oficina de la dirección del Hospital General de México (HGM), cargo que ostenta desde 2014, el cirujano de 79 años atiende la entrevista, custodiado por una escultura de Don Quijote de la Mancha, a la derecha, y por un retrato enorme del Presidente Enrique Peña Nieto, a la izquierda.

¿Y qué baila?

Todo.

¿Salsa?

Todo. Cuando era yo joven me gustaba mucho bailar. Te ayuda mucho, te ayuda en tus sentimientos, en tu sensibilidad, te calma y lo disfrutas. A las mujeres les gusta que no les pises los pies, que les platiques bonito, y eso me facilitaba la relación con las mujeres.

¿Así conoció a su esposa, bailando?

Más bien, ella me bailó a mí. Uno cree, tontamente, que tú conquistas a la mujer. Yo pienso que es al revés.

Para el doctor, el baile, como la cirugía, requiere destreza. A él le gustan las actividades que demandan inteligencia, por eso también practicó tenis, juega ajedrez, y disfruta los libros de estrategia y poder, como El arte de la guerra, de Sun Tzu, uno de sus favoritos.

Aunque dirige uno de los hospitales más importantes del País, donde otorgan alrededor de 900 mil consultas al año, realizan 39 mil cirugías y reciben casi 19 mil ingresos no quirúrgicos anualmente, el médico asegura que sí tiene tiempo libre.

En sus ratos de ocio convive con sus tres hijos y sus ocho nietos, va a la playa, lee libros que no son guías de práctica clínica, para que nadie piense "que el médico es aburrido porque sólo habla de medicina".

Penúltimo hijo de un total de seis, ha seguido las enseñanzas de su padre, un migrante libanés educado por jesuitas franceses, que llegó a México a los 13 años y le mostró día a día los sabores de ayudar al prójimo.

Por eso supo que quería estudiar cirugía desde que cursaba la preparatoria. En esa profesión encontró la unión de tres virtudes que refuerzan lo que le transmitió su padre.

"La cirugía es un arte, es humanismo, es ciencia", subraya.

Por esos mismos motivos, considera, este año le otorgarán el Premio Biblos, un reconocimiento a mexicanos de ascendencia libanesa con trayectoria destacada en el área científica, artística o de...

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