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AutorAdrián Basilio

REFORMA/ Enviado

SANTO DOMINGO.- Tenía que escribir con letras de oro el final de la historia que inició en La Habana 91, y lo hizo. Dos patadas a la cara de su rival bastaron para que el taekwondoín Víctor Estrada se despidiera de los Juegos Panamericanos como uno de los mejores al conseguir el tricampeonato de su categoría.

Con la experiencia en los tatamis de más de 15 años, el medallista olímpico en Sydney 2000 se impuso al exponente local Rowell Pier Jerez por 4-1 y no sólo sumó su tercer oro en justas continentales, a las que ya no volverá, sino que cerró la cosecha de ese metal para la delegación tricolor que participó en los Juegos de Santo Domingo.

Pese a una amonestación que le costó un punto por hacer una mueca de victoria con el dedo índice de la mano derecha y una amplia sonrisa, en el tercer y último round, Estrada sabía que ganaría. Disfrutó su combate y eso también influyó en la victoria.

En nada presionaron los gritos de un público ensordecedor que esperaba ver ganar al suyo en el Pabellón de Taekwondo del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte. Tampoco afectó el retraso de más de hora y media por la negativa de los jueces de hacer su trabajo si no se les pagaba.

La mentalidad ganadora del mexicano no se quebrantó gracias a su carácter, a que estaba empeñado en regresar a casa con la presea dorada para mostrársela a su mamá.

"Estoy súper feliz porque fue mi despedida de los Panamericanos y, en cierta medida, mi regreso al taekwondo como yo quería: ganando y demostrando que todavía hay Víctor Estrada para rato, algo que muchos dudaron", expresó el taekwondoín, que con su victoria propició que México se proclamara campeón por equipos.

El taekwondoín se despidió de los Panamericanos con la satisfacción de haber sido el causante de que el...

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