Los cinco grandes en su imperio

AutorRicardo Garza

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MPUMALANGA, Sudáfrica.- En este país el dinero no tiene impresa -como en la mayoría de los países- la imagen de monarcas, revolucionarios o independentistas. Aquí el billete de 10 presume el rostro de un rinoceronte; el de 20, a un elefante; el de 50, a un león; el de 100, a un búfalo, y el de 200, a un leopardo. Esos cinco grandes son los verdaderos titanes, por lo menos en las más de 2 millones de hectáreas dedicadas exclusivamente para su morada.

A estas reservas puede ingresar el ser humano solamente para admirar a los animales, cuya actitud, comportamiento, salud y aspecto distan mucho del desánimo que presentan aun en el mejor zoológico.

El hospedaje se realiza en alguno de los "lodges" erigidos en medio de la sabana, desde donde parten los safaris en busca de alguna fiera.

TRAS LAS HUELLAS DEL QUINTETO REAL

Son apenas las 5 de la mañana, pero el sol resplandece desde hace media hora. El safari está por partir y los excursionistas beben una taza de café mientras cuestionan al guía sobre las posibilidades de apreciar a los protagonistas de los Rand (moneda sudafricana). "Llevamos casi una semana sin ver leopardos, además de ser pocos son muy tímidos", responde Coleman , padre de ocho hijos y oriundo de una comunidad zulú aledaña a la reserva Sabi Sands.

La travesía a bordo de las camionetas todo terreno descapotadas inicia cruzando un río, desde el que pueden apreciarse aves y reptiles. Al otro lado esperan los impalas, animales que abundan en la reserva y que son el bocado predilecto de los leones. Los largos cuernos del macho orientan a una manada de hembras a pocos días de parir.

Unos metros adelante, un grupo de mandriles pasea entre arbustos, mientras una jirafa cuida a su cría y algunas codornices coquetean entre los pastizales: el reino animal fluye en su equilibrio primigenio.

Pero el motivo de la búsqueda son las cinco bestias que encarnan la imponente biodiversidad del continente africano. Unas huellas sobre la arena indican la cercana presencia del rey de la selva. A lo lejos, bajo la sombra de un árbol, pernoctan tranquilamente dos leonas y un león. Coleman explica que estos felinos pueden llegar a dormir hasta 18 horas por día en temporadas calurosas.

La ternura e indefensión de un león tomando una siesta es idéntica a la de un pequeño siamés. Pero en el safari realizado por la tarde, esta imagen cambiaría tras ver a las leonas acechando a impalas entre los secos pastizales. Ellas hacen todo: cazan, proveen de...

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