Sobre Cine.../ Les da duro y a la cabeza a los norteamericanos

AutorEduardo Alvarado

Ya un antecedente teníamos del traslado al celuloide de los instintos destructivos del novelista Hubert Selby Jr. con la aplastante ópera prima del cineasta Uli Edel, La Ultima Salida a Brooklyn.

Posiblemente la esencia de la literatura de Selby sea el arrebatado tremendismo con que aborda la decadencia del imperio estadounidense, su debacle moral en primer lugar, mostrándola sobre todo como una dolorosa, invaluable e irreparable pérdida. Sus historias despiden tanta rabia y desconsuelo, y sensaciones apocalípticas tan insoportables que conducen, casi de manera natural, hacia una impiadosa autoflagelación sin límites.

Son historias en el fondo morales donde la rabia nace de la intolerancia a la inconsciencia en que se bate el individuo estadounidense: su estupidez supina, su docilidad a los dictados de la decadente estructura social y política, y su sometimiento total al éxtasis acrítico de la frivolidad.

En sus manos, el sueño americano se convierte en trapeador de prostíbulo. Como ejemplo, sólo debemos recordar aquella terrorífica escena donde Tralalá, la frágil prostituta de La Ultima Salida a Brooklyn, se entrega a una violación tumultuaria (decenas de parroquianos de una cantina le pasan encima sobre un mugroso colchón abandonado en una callejuela de Brooklyn). La desolación total. Esta mujer ha perdido lo último valioso que le quedaba en la vida: su dignidad. Así son algunos personajes de Selby: gringos estúpidos sin dignidad.

Y ahora... otra del mismo autor.

Llega a la cartelera comercial, tras abrir las hostilidades del 21 Foro Internacional de la Cineteca, la más reciente película del muy interesante pero sobrevaloradísimo joven maravilla Darren Aronofsky, Réquiem por un Sueño, el estreno rescatable de la semana.

Basada en otra novela de Selby, adaptada a la pantalla por el mismo autor, Réquiem por un Sueño viene a romper a tubazos la soporífera condición en que ha caído la cartelera comercial en este fin de verano. Este resultado proviene directamente de la manufactura estridente, efectista y apantalla-incautos, llevada a níveles superiores a los mostrados en su ópera prima, Pi, El Orden del Caos, con que aborda el drama de cuatro...

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