Cine y Algo Más/ Desde Durango

AutorRicardo Pohlenz

Dentro de la memoria emocional del cine, el paisaje de Durango tiene una relevancia particular, agreste y luminoso, árido y desolado, sirvió de fondo esencial a más de un western legendario y como marco de rostros imperecederos, desde John Wayne hasta Clint Eastwood. Como lugar de relevancia histórica, alberga -cuan largo- el fantasma de Pancho Villa, caudillo que vio gran potencial en la explotación cinematográfica de su figura, para lo que llegó a tener un contrato con una productora hollywoodense. Pero, también, su relevancia para el cine viene de la presencia imperecedera de sus hijos en la industria.

Además de Pancho Villa, indiscutible primera figura duranguense del cine, cabe destacar de tal panteón monstruos sagrados como Dolores del Río y Andrea Palma (la inolvidable La Mujer del Puerto de Arcady Boyter, 1933), como también a Ramón Samaniego, quien convertido en Ramón Novarro, estelarizó el Ben Hur (1925) de Fred Niblo.

Entre sus hijos pródigos está también la familia Bracho, la cual, empobrecida por la Revolución, acabó en la Ciudad de México, donde varios de sus miembros se dedicaron con gran fortuna al cine, está Julio Bracho, quien ayudó a consolidar un cine nacional con películas como La Virgen que Forjó una Patria (1942), el escenógrafo Jesús Bracho, y a quienes le sigue una estela que se continúa en los medios y la cultura hasta hoy.

También, entre los vástagos de Durango metidos en el cine no puede dejarse de incluir en el retrato de...

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